Lucha contra el pecado
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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
La palabra pecado proviene del latín peccatum, término que los antiguos romanos usaban originalmente como sinónimo de tropiezo o equivocación, sin las mismas connotaciones religiosas, dado que la cultura romana clásica giraba en torno a la noción del honor, y no en torno a la culpa.
El pecado es actuar contra ley, es la transgresión voluntaria y consciente de la ley divina, queriéndola ignorar. Según la doctrina católica, el pecado priva a la persona de la vida espiritual de la gracia, y la hace enemiga de Dios y merecedora de la pena eterna.
Nos dice la 1 Juan 1:8-9 que, si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
Pecamos de pensamiento, palabra, obra y omisión, lo que significa que debemos cuidar el pensar mal acerca de los demás, el consentir cosas mal hechas en nuestra mente, pues se pueden convertir en realidad, cuidar nuestro vocabulario, evitar palabras obscenas, las calumnias, el estar murmurando, chismoseando y hablando mal de los demás, comportarnos correctamente y no dejar de hacer aquello que nuestro estado de vida exige de nosotros. Pecamos por omisión, cuando somos negligentes, cuando desatendemos nuestras responsabilidades, cuando hacemos algo mal hecho sólo por ahorrar tiempo o cuando nos dejamos llevar por la pereza.
Nos dice Mateo 12:30: \»El que no está conmigo está contra mí, y el que no se reúne conmigo se dispersa. Por eso les digo que se perdonará todo pecado y toda blasfemia, pero no se perdonará la blasfemia contra el Espíritu”.
La \»blasfemia contra el Espíritu Santo\» es la oposición consciente y endurecida a la verdad, \»porque el Espíritu es la verdad\» (1 Juan 5:6). La resistencia consciente y endurecida a la verdad aleja al hombre de la humildad y el arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber perdón.
La blasfemia, por tanto, tiene lugar cuando negamos a Dios lo que le es esencial, como, Dios no es justo; cuando le atribuimos ofensivamente lo que repugna a su esencia y atributos, como, Dios es injusto; cuando lo detestamos o maldecimos.
La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales». Independientemente de la vigencia o no de la idea de pecado en nuestras sociedades, son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana, de las que nos debemos cuidar.
Víctor Martínez piensa que tenemos que aprender a vencer el pecado, el cual aparecerá en nuestras vidas con frecuencia, por eso, el arrepentimiento proporciona fortaleza y una nueva actitud hacia Dios, hacia uno mismo y hacia la vida en general, por medio de esa fortaleza, usted puede abandonar el pecado y poner el corazón y la voluntad de acuerdo con el plan que Dios tiene para usted. Para esto tenemos que orar sinceramente y pedir ayuda con humildad.
Para recibir el perdón es esencial estar dispuesto a confesar totalmente a nuestro Padre Celestial todo lo que hayamos hecho. Debemos arrodillarnos ante Él en humilde oración y reconocer nuestros pecados, confesar la vergüenza y la culpa que sentimos, y después suplicar Su ayuda.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias a nuestro exalumno muy agradecido.
Que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Hasta la próxima.