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La realidad de los ilegales haitianos

Por Augusto Álvarez

El complejo mundo de las relaciones entre los pueblos, resulta difícil de entender.

Al producir leyes para sostener la soberanía, quisiéramos ignorar el factor económico y el brazo humano-político de su sostenida.

Gritar que somos una nación ¡soberana!, es de rigor, sin embargo, al arrancar con las traumáticas cacerías de ilegales, los empresarios de la construcción y grandes productores agropecuarios y hasta el episcopado se alarman y prácticamente se preguntan, ¿se puede producir sin manos de obra?

En las zonas agrícolas, los burros se han extinguido, y los campesinos decidieron trocar dicho animal por el motoconcho.

¿Qué hacer para lograr revertir que esos trabajadores retornen al campo?

Sobran hombres y también nos faltan, y parte de los patriotas que gritaban contra los haitianos, y que con su doble moral, los protegían, ahora se oponen a las redadas.

¿Que la metodología para repatriar a los extranjeros carece de un correcto protocolo?

¿Quién sabe? Pues una cosa es ceder a las presiones de Estados Unidos, vía la desacreditada OEA, para hacer de nuestra nación un almacén de refugiados, y otra es regularizar a quienes con sus esfuerzos nos impulsen en nuestros crecimientos.

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