DONALD TRUMP: SEÑALES DE CORDURA
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La victoria del presidente Donald Trump, ha dado señales de cordura, en toda la población mundial de la tierra y su triunfo ha resonado en los confines del mundo.
El cuadro estratégico global exige hoy más que nunca la cooperación entre los estados nacionales y regionales, así como eliminar las influencias malignas, frente a un mundo libre, polarizado por las camarillas o carteles, que sean elegidos en reyes de un nuevo feudalismo, en medio de arrebatos desaprensivos, exhibiendo una riqueza desmedida y sin ninguna responsabilidad social de las empresas que las enriquecen.
El presidente Trump ha provocado una confrontación y ha ganado la batalla a todos aquellos, que sin ninguna razón lógica, apoyaron a la destrucción de la familia en su esencia, hombre y mujer.
El presidente Trump, desde que se inició el conteo de los votos en los Estados Unidos de Norteamérica, hizo cambiar el cuadro estratégico interno, generando confianza en los mercados de capitales, y a su vez aplacando amenazas mundiales de una Tercera Guerra Termonuclear.
El presidente Trump representa, en este momento, el triunfo de la paz y la derrota de la guerra destructiva de la humanidad.
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Con el apoyo del pueblo norteamericano, nacido en las colonias de la bahía de Massachusetts, originaria del pueblo norteamericano, ha reivindicado los valores que dieron origen a la sociedad norteamericana y ha hecho uso de su ideología cristiana, invocando a Dios Padre Todopoderoso, en todos sus discursos, y agradeciendo la vida que hoy disfruta, luego de dos conocidos intentos de asesinato en medio de su campaña.
POLÍTICA HACIA EL CAPITOLIO
La estructuración de su gobierno y el perfil de su gabinete gubernamental, proporcionará mayor confianza al pueblo norteamericano, para legitimar su innegable victoria y tener en el presidente Trump, su legítimo representante y el restablecimiento de las costumbres, avances tecnológicos y transferencias de nuevos conocimientos, que aguarda el pueblo llano norteamericano, que se encuentra ávido e impaciente, frente a una turbación manifiesta, de una economía llena de inflación y precios altísimos, que le impide vivir con sosiego y practicar el ahorro, propio de los educados y trabajadores norteamericanos, que votaron por el presidente Trump, para restablecer el sueño norteamericano.
El presidente Trump luce vigoroso, atinado, vigilante, preocupado por su pueblo, y a su vez decidido a restablecer los valores ontológicos que le han dado la grandeza y la gran influencia a los Estados Unidos en el mundo entero.
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Los medios de desinformación y la parcialidad iracunda con que enfrentaron al ganador de las elecciones, presidente Trump, no saben cómo deshacerse, de los epítetos y los vituperios de que hicieron gala, ya sea en las redes sociales, ya sea en las plataformas de programas de televisión, así como en periódicos tradicionales, que juraron bloquear sin contemplaciones la candidatura del líder republicano y fueron derrotados ampliamente, sin ambages, por la cordura, la fortaleza, la empatía y el discurso claro y preciso, que el presidente Trump sostuvo y mantiene, en favor de la gran mayoría de los norteamericanos que le han apoyado, en esta victoria rotunda, que también alcanza al Congreso norteamericano.
TRUMP: DESTINO MANIFIESTO
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El destino manifiesto, que hoy representa el Presidente Donald Trump, para la sociedad norteamericana, para la región latinoamericana y para sus aliados internacionales, constituye un baluarte significativo, para negociar frente a los adversarios, con valores propios, con iniciativas decididas, cuya característica será siempre, a nuestro entender, el predominio de la libertad de los pueblos, la prevalencia de la democracia en los sistemas políticos y el respeto al valor de la familia, como unidad fundamental, para el desarrollo de cualquier sociedad en el mundo.
El mundo siente el impacto y la importancia de que el presidente Trump pueda regir el devenir histórico de una sociedad inmersa en cambios continuos, novedosos, rápidos y poseídos de una inteligencia artificial, que debe estar al servicio del hombre del siglo XXI, y cuyos aparatos tecnológicos tendrán siempre el límite de la razón y la creatividad de los seres humanos, nunca por encima de la humanidad.
El presidente Trump venció y derrotó la estrategia de someterlo a la justicia, con expedientes falsos y manipulados, con testimonios comprados, con jurados amedrentados, con malignidades y traiciones, conspiraciones por parte de funcionarios judiciales, que pretendieron cerrarle el paso a su campaña electoral triunfante, y que por el contrario, lograron aumentar su liderazgo, conseguir mayor apoyo del pueblo llano norteamericano y enrolar a un ejército de hombres y mujeres, que definitivamente lo llevaron al poder, para sanear, para democratizar, para evangelizar el pueblo norteamericano, y sobre todo, para detener el deterioro, la vocinglería y el desparpajo, que se aposentó en el imaginario popular, de la clase gobernante, hoy derrotada y que tendrá que rendir cuenta, por sus malas actuaciones y el daño desastroso nacional e internacional que han producido en el mundo.
Se trata de un presidente, elegido por la gran mayoría de sus ciudadanos, para rescatar a su propio pueblo y cuyos gobernantes habían perdido la razón, en el ejercicio del poder.
La gran nación del Norte, parecía tambaleante y al borde del abismo, y el presidente Trump representa esa esperanza y constituye esa fuerza desencadenante, cuya victoria tendrá que poderes acontecimientos cimeros y transformaciones profundas, que redunden en beneficio, primero del pueblo norteamericano y luego de la humanidad.
MI PAÍS Y TRUMP
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Desde el Caribe y en esta isla de Santo Domingo, en donde en 1492 se estremece el mundo y se confirman las afirmaciones de Américo Vespucio y la intrepidez del Genovés Cristóbal Colón, y sus tres barcos o carabelas, que confirmaron las redondez y las líneas geodésicas qué circunscriben los océanos, anhelamos, que se respete nuestra identidad nacional, y nuestras costumbres, de ser dominicanos bajo el lema: Dios, Patria y Libertad.
Así como en forma intransigente, contra con el apoyo de Trump, de respetar nuestro espacio vital y las fronteras que limitan con el vecino desmedido haitiano, envuelto en un atolladero infernal, patentado en un fundamentalismo anti-dominicano y lleno de racismo en base a la negritud y la brujería del vudú, sumiendo en el terrorismo, que atacan hasta los aviones americanos que les llevan ayuda y torturan y matan a los pastores evangélicos.
Si en el pasado, la secta de Delfos estableció el Código de la Esparta de Licurgo, para enfrentar la Ley Natural de Saúl de Atenas, como lo definiera Federico Schiller, en el presente, la perspectiva del enfrentamiento del liderazgo del presidente Trump, estará enraizada en defenderse de esa secta oligárquica, de ese estado profundo, que en el pasado también fue vencido por la ilustración y hoy le toca al presidente Trump, con todos sus desafíos, desenmascarar la incompetencia intrínseca del sistema y volver a dinamizar las instituciones norteamericanas, contra las engañosas mutilaciones, la agresiva campaña sucia y las noticias falsas, los fraudes pseudocientíficos, los experimentos neo maltusiano y restaurar, como decía el Instituto Schiller y el gran norteamericano Lyndon LaRouche, la revolución de la antigua ciencia platónica, desde Pitágoras hasta Eratóstenes y Arquímedes, como lo planteó el Cardenal Nicolás de Cusa.
Termino con la criba de Eratóstenes: En el principio ellos veían sin ver, escuchaban sin oír, y semejantes a las imágenes de los sueños, vivían su larga existencia en el desorden y la confusión.
Presidente Trump, la sociedad norteamericana y el mundo entero, espera que usted escuche, que usted observe y que su larga existencia en el poder, controle el desorden y la confusión del presente.