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Dependencia, desprendimiento y felicidad

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REFLEXIONES

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Si bien es cierto que el Señor nuestro Dios nos enseña la importancia de la pareja, del matrimonio, de la familia, del amor y respeto entre los padres y los hijos, de la importancia de la participación comunitaria en la Iglesia, del valor de los amigos, no es menos cierto que nos enseña a no tener dependencia de nada ni de nadie.

El desprendimiento, la capacidad de renunciar a nuestros seres queridos para optar por seguirlo y obedecerlo a Él, no es una utopía, Él es el único camino, verdad y vida.

Nos manda a abandonar padre y madre para formar una nueva familia junto a la esposa, en el libro de los Reyes, Eliseo se despide de sus padres, en san Pablo a los Gálatas, nos manda a amar al prójimo como a nosotros mismos, pero sintiéndonos siempre libres, sin someternos a la esclavitud.

En el evangelio de san Lucas de hoy, frente a esa actitud de quienes al seguirle le pedían, uno ir a enterrar a su padre, otro ir a despedir a su familia, el Señor era claro: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” “El que sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

Pareciera cruel, pero no, era real, cuando alguien decidía seguirle, Él era muy claro: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”

Jesús no se ataba a nada, ni nadie, estaba bien enfocado, su misión era trabajar por el Reino de su Dios.

Es esta la razón por la que nos encontramos con el salmo 15, un cántico a Dios para llenarnos de su presencia y demostrarnos que no debemos extrañar ni los bienes materiales, ni a los miembros de la familia, que sólo Dios basta:

“Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.”

Víctor Martínez te quiere y pide a Dios por tu felicidad, la cual no debe depender de nada ni de nadie, por tu fortaleza espiritual y por tu capacidad no sólo de amar al prójimo, sino de amarte a ti mismo y comprender lo valioso que eres, bendiciones.

Hasta la próxima.

 

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