Los feminicidios y el Ministerio de la Mujer
El año que concluye deja una pesada carga de víctimas de ‘feminicidios’ (homicidios o asesinatos de mujeres).
Únicamente, cuando las páginas de los medios, en especial, la televisión nacional, se desbordan y tiñen con sangre de mujeres víctimas, se escucha la voz del Ministerio.
Hogares en los cuales la violencia intrafamiliar llegó a la muerte, deja flotando la percepción de un tragedia, de una víctima de la exclusividad compartida del acusado del hecho en sí, y de un Ministerio Público, que abrió la puerta al matador.
También en Santiago, Nagua y otros lugares, las víctimas de sus parejas sentimentales siguieron creciendo, hasta alcanzar la categoría de epidemia.
Ciertamente, el Ministerio de la Mujer no dispone de un aparato coercitivo para castigar a los feminicidas, ni de un equipo jurídico y mucho menos de una oficina de Relaciones Públicas, aunque figuren periodistas en nómina, al igual que otras instituciones oficiales.
Las únicas 4 voces de Relaciones Públicas que escuchan (bien maquilladas) son la de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), Educación, la Policía Nacional y la del Ministerio Público,
Lógicamente, una voz súper autorizada habría recomendado a los periodistas oficiales, «calladitos se ven más bonitos».
Quizás, quien prologó la gran cadena de ‘feminicidios’, fue un agente policial, de la calificada unidad de Swat, en un campo de La Vega, quien incluso llegó a desafiar a las autoridades.
