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Ese hombre cayó en un gancho y hoy está, tras las rejas

Por Augusto Álvarez

La conoció en la calle, lucía bien, hablamos y de inmediato llegamos a un acuerdo.

De entrada, me dijo estar deseosa de tener un hogar, y también vivir tranquila, pero ha llegado tú y pienso importante, nos perdamos tiempo.

Raúl aceptó el reto, y decidió tomar un pequeño préstamo, compró lo que se requería en un hogar, limitado económicamente, y se mudaron.

Así inició una unión libre, de un jovenzuelo con una mujer con muchos más años que él.

Antes de descansar unos días en su nidito de amor, en el barrio 24 de Abril, Raúl llegó a la Policía de la mano del 911, pues su mujer le acusó de violencia familiar.

Raúl, como todo hombre al que la pasión le bloquea razonar, entiende que al golpear fuerte, al depositar las sillas, ella entendió que él aplicó violencia familiar y lo denunció.

En Las Cañitas, Esperanza, la pobre  madre, sabe que al pisar la calle, su hijo Raúl debe pagar los ajuares, si es que aún están en el hogar que el incauto creyó tener.

La Policía se lo llevó, la fiscalía le hizo su expediente y hoy está tras las rejas.

Al parecer, y eso piensa la familia, Raúl cayó en un cayó en un “gancho”, pues se alocó con mujer veterana, que buscaba afanosamente quién le ofreciera un albergue para poder anidarse junto a sus tres hijos.

Ahora, la mujer está en su nuevo nido. Raúl, tras las rejas y con su deuda de ajuares pendiente por enamorarse de una mujer que, según su familia, tiene muchas horas de vuelo.

Su amorío fue cuestión de horas, hasta que la veterana mujer logró acoplarse y busca la fórmula de sacarlo de circulación y hacer realidad su sueño.

Hoy, ella disfruta de su nuevo hogar y él, por novato y aventurero, está en la cárcel, tras las rejas.

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