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Herido y despojado de su motor por un guardia

Por Augusto Álvarez

En una zona limítrofe con la frontera haitiana, donde el uniforme es la ley, el militar disparó a los pies del infeliz, haciendo añicos su tobillo.

El campesino quedó rodando en la vía, mientras los lugareños, al escuchar el disparo  y ver a un hombre sangrando en la vía, gritaban: ¡Lo mataron, lo mataron!

Un disparo en Jimaní, siempre constituye un acontecimiento. ¿Creía el guardia que nadie se daría cuenta? Entonces, con el primer disparo, dio en el blanco, en cuando a pensar que nadie se enteraría, falló, pues él está en las redes y el ministro de Defensa de las Fuerzas Armadas, ya vio su rostro.

Para quitarle un motor a un hombre en un campo fronterizo, desarmado, ya apuntándole con un fusil, ¿tenía que disparar a quemarropa?

Algo que brote en defensa del herido, es que la zona donde donde se produjo el hecho, parece que escasean los vecinos haitianos, pues de no ser así, habrían sido implicados hasta de poner nervioso al guardia

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