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La vacuna no es obligatoria, pero la salud del pueblo sí

¿Es obligatorio el uso de la mascarilla?

En estos momentos de emergencia nacional, por la presencia de COVID-19, el uso de la mascarilla es obligatorio, decisión decretada por el Poder Ejecutivo, por las atribuciones que le otorga una legislación.

La mascarilla no es algo muy personal, no obstante, el Estado, en interés de preservar la salud del universo, debe imponer su uso obligatorio, y así lo hizo.

Todas las personas que salgan a la vía pública, están obligadas a respetar esa disposición.

Ahora bien, sobre la vacuna, estamos claro que no es obligatoria. Ahora bien, durante el estado de emergencia, el Poder Ejecutivo puede impedir que los no vacunados circulen por las calles. Por tanto, es obligación de las autoridades motivar a la población a vacunarse.

¿Qué busca en un conglomerado de personas alguien que se resista a respetar su propia vida? ¡Nada!

Esto así, porque sencillamente se trata de un enemigo de la sociedad, que no sólo pone en peligro su vida, sino, la vida de los demás. Por tanto, se hace necesario aislarlo, manteniéndolo confinado en su hogar.

Aunque parte de la clave para reducir la velocidad de COVID-19 está en poder de los dueños del transporte, ¿qué autoridad podría evitar el excesivo número de pasajeros en microbuses, buses y carros públicos?

Y decimos esto, porque la DIGESET y el INTRANT no han podido ni garantizar el uso de mascarillas en vehículos públicos.

Controlando el desplazamiento del transporte de pasajeros, especialmente desde el Gran Santo Domingo hacia los diferentes pueblos del interior, pondría el Estado agarrar a COVID-19 por el cuello y propinarle un nocaut fulminante, para que desaparezca del mapa.

Empero, nada se observa en los puntos de partidas de las unidades que marchan al interior, ni en los peajes, lo que significa que los dueños del transporte son ley, batuta y constitución, y por ese gran poder que le está otorgando el Estado, hacen lo que le da la gana y el pueblo que sufra la consecuencia de esas acciones irresponsables. Culpable: INTRANT y DIGESETT, que son los responsables de controlar y vigilar el transporte.

En otras palabras, el protocolo sanitario está huérfano en las calles, avenidas, carreteras y autopista y, por tanto, está navegando con el viento a su favor.

¿Serían capaces las autoridades de imitar a Israel, evitando que quien no se vacune salga de su casa a contagiar o ser contagiado? Desde luego, mientras estemos en emergencia por COVID-19.

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