Ama al prójimo, a tu familia

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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Víctor Martínez desea reflexionar hoy en torno a las lecturas de la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras.
El libro del Levítico nos recuerda que ya en el Antiguo Testamento estaba vigente la ley de amor al prójimo, una ley que encontraba su fundamento en la soberanía y santidad de Dios, nos pone delante a Dios mismo como modelo de nuestra actuación, y nos dicta las normas de conducta para nuestra relación con el prójimo. Jesús recuerda este precepto y amplía su cumplimiento.
Levítico 19, nos exhorta a ser santos, como Dios, nos llama a no odiar de corazón a tú hermano, a reprender a tu pariente, si está en pecado, de ser necesario, sin venganzas, ni guardarle rencor, amándolo, como a ti mismo.
Es esta la razón, por la que, el salmo 102 insiste en el modelo que representa Dios para los creyentes y nos presenta de nuevo un retrato muy vivo y positivo de Dios, al decirnos que, “el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas.”
Pablo hace memoria de nuestra condición de hijos y nos exhorta a conducirnos según la sabiduría de Dios. Los que tenemos familia debemos recordar cómo San Pablo, nos habla del escándalo de las divisiones, pues la comunidad cristiana, como lo es la familia, incluso, es un “templo de Dios” y en ella, en tu familia, en tu hogar, debe “habitar siempre el Espíritu Santo”, pues las divisiones destruyen ese templo. Nos exhorta a construir una buena relación fraterna, fiándonos en la sabiduría de Dios y no en la humana.
Nos dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo son ustedes.
Termina el Evangelio de san Mateo 5, con recomendaciones dedicadas a la caridad fraterna, en las que también quiere Jesús que sus seguidores hagan algo «extraordinario», algo más que la mera justicia, ejercer la caridad.
Nos recuerda que en aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—«Han oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, les digo: No hagan frente al que les agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Has oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, y recen por los que les persiguen. Así serán hijos de su Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amas a los que te aman, ¿Qué premio tendrás? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludas sólo a tus hermanos, ¿Qué haces de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto». Palabra del Señor.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de la Fundación Farach.
Hasta la próxima.