El 13, de suerte y mala suerte

Por Augusto Álvarez
Al regresar al suelo patrio, luego de una ligerísima ausencia, desde el Poder Judicial, el presidente Luis Abinader, refirió un golpe demoledor, al recibir el impacto del bolo 13, un número símbolo de la corrupción.
¿Es el sorteo donde el 13 marca el principal acto corruptivo de la administración del presidente Abinader?
Lo evidente, acusaciones en casos de corrupción, se han esfumado, y lo más grave es que la impunidad se ha impuesto sin que las autoridades puedan enarbolar un solo caso victorioso contra la corrupción.
Y la inversión de recursos en la persecución a la corrupción, desborda la lógica.
En su rendición de cuentas, la procuradora Miriam Germán, admitió que al enfrentar la violencia, también se ha fallado.
La canasta familiar se ha elevado tanto, subiendo a niveles en dónde ni las águilas pueden subir.
Los precios de los medicamentos no paran de subir, y la gente ha tenido que recular a la tisana, como era costumbre en los tiempos de nuestros abuelos.
Qué la justicia está en manos de jueces del pasado. ¿Y qué…?
La decisión de los jueces que dejan libre al ex administrador de la Lotería Nacional, implicado en la Operación 13, echa por tierra la creencia de que el 13 es un número maldito, pues dicho número es de suerte extrema para turpenes, que se incluyeron en un expediente de corrupción. Pero… ¿no son?