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El presidente y su discurso

Luis Abinader

Por Augusto Alvarez

Generalmente, cuando un jefe de Estado suele dirigirse a la nación, un equipo de asesores, integrado por técnicos muy especializados, trabaja en lo que habrá de decirse el mandatario.

Y de común acuerdo, revisan el documento y, entonces, el premier se toma un brevísimo tiempo en estudiar lo que habrá de decir.

En una ocasión, un periodista de Estados Unidos preguntó al presidente Bill Clinton, sobre qué temas se referiría, y la respuesta fue precisa y cortante: aún no he leído mi discurso.

Por ejemplo, en la parte del discurso que trata sobre los rubros de la canasta familiar, ni los funcionarios de nivel ni los empresarios, visitan los colmados ni el mercado de la Duarte, tampoco las granjas de pollos, y ahí está la respuesta de Hipólito Mejía, al ser preguntado sobre el precio de los huevos.

Desde su tribuna, el presidente Luis Abinader captó la atención de los funcionarios y activistas, los cuales constituían el elemento receptivo, por excelencia, pero ¿y fuera del recinto de la Asamblea Nacional?

Después de la oratoria del mandatario ante la Asamblea Nacional, resucitó la fiebre por los originales de Narcisazo: El Pueblo se queja en versos. ¿Dónde buscarlos?

En la carrera por la subsistencia, uno se aferra a la hipótesis de que el mandatario confronte la brújula y cambie de rumbo, y de no hacerlo, entonces… ¡Nada! Y que así sea.

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