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Norberto y Luz del Alba, ¿culpables o inocentes?

 

Por Augusto Álvarez

Recién recibimos una información, dando cuenta de que el director de Pasaportes, en San Pedro de Macorís, Norberto Encarnación Pérez, estaría siendo investigado por supuestos manejos oscuros con las libretas para renovar pasaportes, que por cierto están muy escasas.

Esto está muy bien y, de ser cierto que ha incurrido en acciones corruptivas, debe ser destituido y procesado por corrupción. No premiado, como ha ocurrido con otros, que han sido mencionados en casos de corrupción, y ni siquiera han sido investigados.

Nada puede impedir que una persona, sin mancha en su hoja de vida, o por ser mencionada en supuestas irregularidades en un cargo público, ocupe, en un futuro, otra función en el Estado.

Ahora bien, ¿cómo es posible que menciones a una persona en casos dolosos, lo quiten de esa posición, y de inmediato lo designen en otro cargo de mayor relevancia? Eso no puede ser.

¿Y ese razonamiento aplica para la señora Luz del Alba Jiménez, destituida como ministra de la Juventud. por alegadas irregularidades?

Luz del Alba, empero, nunca fue investigada, y mucho menos, procesada. ¿Se protegió o se apostó al olvido?

Lo cierto es que a la señora Luz del Alba Jiménez, si la protegieron, la metieron en un callejón sin salida.

Ahora resulta que Luz del Alba fue designada vicecónsul en Barcelona, España, y como ya había sido acusada de incurrir en «irregularidades» en un cargo público, tras conocerse su nuevo nombramiento, se produjo una lluvia de críticas por ese nombramiento.

Desde luego, como estamos en tiempo de reelección, el mandatario se vio obligado a recular y echar para atrás su decreto. Y ahora, Luz del Alba no irá al exterior.

¿Cómo es posible que una persona, por el simple hecho de haber sido mencionada en alegadas irregularidades, fuera destituida sin mediar una investigación?

Ahora a Luz del Alba la quieren sepultar viva, condenar sin haber sido procesada e impedir que ocupe un nuevo cargo público, sin nunca haber sido, siquiera, investigada.

La culpa de que ella sea hoy inocente, no es de ella, sino de quienes debieron investigar las denuncias y decirle al país, si eran o no ciertas. Si esas denuncias eran falsas, se debió decirle al país que ella era inocente, de lo contrario, debió ser procesada, no protegida.

Como no hicieron ni una ni otra cosa, ahora, para la población, ella es culpable.

En los últimos días corre la versión de que un funcionario de Pasaportes, en San Pedro de Macorís, fue separado de su cargo, cancelado por actos punibles, y de inmediato, recomendado para una función superior.

Aquí sí hay que preguntarse, ¿se investigaron las denuncias de irregularidades en su contra? Si no se hizo, ¿por qué lo premiarán en otra función pública, de más relevancia, mientras que a la señora Luz del Alba la quieren sepultar viva?

El presidente, antes de emitir un decreto, debería observar muy bien la hoja de vida del beneficiado y comprobar que se trata de una persona limpia, al margen de todas sospechas, y esto, conforme algunos nombramientos, se omite.

En el caso concreto de San Pedro de Macorís, sería importante que se investigue qué sucede en la Dirección de Pasaportes, y si en realidad se producen actos que riñen con la justicia, él o los responsables deben ser procesados, no premiados.

En el caso de Luz del Alba, o hubo impunidad o ella es inocente, pues nunca ha sido formalmente procesada por las irregularidades, que dicen, incurrió.

Quienes por razones de solidaridad se dedican a proteger a implicados en acciones corruptas, habría que preguntarse, ¿son confiables o apuestan al olvido?

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