Gálatas

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Las epístolas a los gálatas es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que habitaban la provincia romana de Galacia, en Asia Menor. Se escribió entre los años 50 a 56 d. C. aproximadamente.
Es la vindicación del Evangelio de Jesucristo, en contraposición con los preceptos judíos que se habían mezclado dentro de la iglesia cristiana de ese lugar. La epístola revaloriza y asienta orientación y rumbo, pues los gálatas comenzaron a ir para atrás, y volvían a la Ley mosaica, creyendo así afirmar su salvación. La carta es una clara enseñanza contra los judaizantes.
La carta es fiel en demostrar muchos rasgos de los habitantes de esas ciudades. Los judaizantes eran una fuerte secta en el cristianismo primitivo, y al parecer había calado profundamente, ya que estos negaban el apostolado de Pablo. Y usaban la zona del Asia Menor como un lugar predilecto para divulgar sus enseñanzas.
En Gálatas 1:1 comienza Pablo la epístola identificándose a sí mismo como autor de la misma y con la habitual referencia al origen divino de su apostolado, luego señala a las Iglesias de Galacia como destinatarias de la epístola. Estas iglesias han dado lugar a controversias. En general, se asume que se trata de las iglesias de la provincia romana de Galacia que Pablo había visitado en dos ocasiones y con las que mantenía emotivas relaciones.
Como es habitual en todas las epístolas que se le reconocen, Pablo desea a sus interlocutores que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Gálatas 1:11 introduce un apunte biográfico en donde Pablo recalca su independencia apostólica. Afirma primero que su evangelio no lo recibió de los hombres, sino de Jesucristo. Poco después afirma que después de su experiencia en Damasco, marchó a Arabia, y sólo después de tres años subió a Jerusalén para conocer a Cefas (Pedro). Este pasaje muestra que entre Hechos 9:19 (\»algunos días\») y Hechos 9:23 (\»muchos días\»), hubo una estancia en Arabia, y el total acumulado es aproximadamente los tres años que narra Pablo en la Epístola, y que el libro de Hechos no pretende mostrar explícitamente.
Hace mención a «Santiago, el hermano del Señor», jefe de la comunidad de Jerusalén y una de las tres «columnas» de la primitiva iglesia (Gálatas 2:9). Teniendo en cuenta que la expresión «Señor» solo la utiliza para referirse a Jesús de Nazaret, se refiere a Santiago, hermano de Jesús. Así, la carta de Pablo apuntaría a Jesús como referente de «Santiago, el hermano del Señor». Pablo nombra en esta epístola también a las otras dos «columnas» de la iglesia, Simón Pedro y Juan, también testigos directos de Jesús.
Gálatas 2:11-14 muestra las tensiones con las comunidades, donde Pablo narra un incidente con Pedro ocurrido tiempo atrás en Antioquía. Conocido es que Santiago era partidario de la observancia de la Torá y Pedro no. Sucedió entonces que, llegados unos discípulos de Santiago a Antioquía, Pedro se comportó con disimulo dejando el comportamiento liberal que llevaba y aparentó una falsa observancia. Este comportamiento es el que Pablo le amonestó. La situación conflictiva que describe contra Pedro contribuye a la credibilidad de Pablo como fuente historiográfica.
Por último, afirma que la recepción del Espíritu Santo es un hecho conocido en el cristianismo y el judaísmo. Una de las consecuencias de la expansión del cristianismo más allá de la esfera de influencia del judaísmo fue la recepción del Espíritu por parte de no judíos, de no observantes de la ley, tal como se relata en la conversión del centurión Cornelio (Hch 10). Pablo trata el problema de si el Espíritu Santo se recibe por la ley judía o por la nueva ley del amor, por la fe en Jesucristo.
Vamos a encontrar en Gálatas, la enfermedad que padeció Pablo, y su actitud asumida, Pablo habla de la verdadera libertad, no de esa que cubre los deseos de la carne sino el de ser esclavos de Cristo y habla que el esclavo de los deseos carnales no heredará el reino de Dios tal como lo hace el que da frutos en Cristo. Estos no serán condenados por la ley si se dejan llevar por el Espíritu.
Termina dejando claro que la ley de Cristo es simple y pura y es simplemente el Amor, el propio Jesús en cuanto que se ha hecho para nosotros modelo y norma suprema de conducta.
Víctor Martínez te invita a leer más acerca de Gálata, como una forma de conocer y aumentar tu fe.
Gracias a Yolanda Logroño por permitirnos recibir cada sábado este curso bíblico.
Hasta la próxima.