
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Fue doña Esperanza Álvarez una de las primeras madres que escribió a su hija Mauricia, en mi colegio, en el 1974, un día se apareció con un hermoso regalo, el salmo del Buen Pastor bordado en un lienzo por sus manos, era doña Esperanza una gran mujer, llena de hermosas virtudes.
Como siempre en cada acontecimiento de mi vida he tratado de escuchar la voz del Padre y descubrir cuales son sus directrices y que quiere de mí.
Siempre guardé el lienzo en mi oficina como una reliquia, años más tarde cuando decido fundar una Parroquia en el Evaristo Morales, por iniciativa del Cardenal López Rodríguez quien me encomendó tal misión, en la capilla de mi colegio Centro Especializado de Enseñanza, la bautizamos con el nombre del Buen Pastor y procedemos a cambiar el nombre del colegio por Centro de Enseñanza El Buen Pastor.
Un día en medio de una situación difícil por la que atravesábamos al abrir una gaveta me encuentro el lienzo y es cuando siento una inspiración divina, decido entonces que en las filas para izar la bandera y cantar el himno nacional cada mañana, agregáramos a las oraciones del día el salmo del Buen Pastor.
Pequeñitos de preescolar se lo aprendían y lo repetían cada mañana hasta graduarse de bachilleres, era esta una programación mental y espiritual que muchos han llevado de por vida en sus corazones, trazándoles pautas de comportamientos en las que se han sentido sin temores y seguros de la presencia de Dios en cada momento de sus vidas.
Víctor Martínez dedica hoy el Salmo del Buen Pastor a los miles de estudiantes que pasaron por mis manos, para que Dios bendiga sus hogares, sus hijos y nietos.
“El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes pastos me hace reposar; y donde brota aguas frescas me conduce. Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige, por amor a su nombre. Aunque pase por cañadas muy oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo. Tu bastón y tu vara me protegen, me sirves a la mesa frente a mis adversarios, con aceite tu perfumas mi cabeza y rellenas mi copa, me acompañan tu bondad y tu favor, mientras dura mi vida, mi mansión será la casa del Señor por largo, largo, tiempo.”
Mis queridos exalumnos y profesores, “que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Gracias a la Fundación Farach por apoyarnos en la propagación de la Palabra de Dios por el mundo entero.
Hasta la próxima.