Arremeten contra Abinader por no declarar “terroristas” a gánsteres patrocinan bandas
Considera una “omisión estratégica" del presidente dominicano el no incluir como terroristas a quienes denominó "cerdos de cuello blanco”

SANTO DOMINGO, R.D.
El presidente de República Dominicana, Luis Abinader, ha sido criticado por un periódico haitiano, el Rezo Nodwes, porque, tras declarar como “terroristas” a las bandas haitianas, omitió mencionar a los «gánsteres», las élites económicas y políticas que financian, arman y explotan a esas milicias.
El medio califica como “decreto selectivo” la decisión de Abinader, por no incluir en la lista de «terroristas» a los patrocinadores de bandas.
Consideró, además, como una “omisión estratégica» del presidente dominicano, no incluir a quienes denominó «cerdos de cuello blanco” como terroristas.
El presidente Luis Abinader declaró como organizaciones terroristas a las bandas criminales haitianas y ordenó la activación del Consejo Nacional Antiterrorista y la Dirección Nacional Antiterrorista.
El periódico recuerda que las armas utilizadas por los pandilleros criminales “no se fabrican en Haití ni son importadas directamente por las bandas”.
En ese sentido, recordó que: “Diversos informes internacionales señalan a República Dominicana como punto de tránsito en el tráfico de armas hacia Haití, con la presunta participación de exmilitares dominicanos”.
Esta es la segunda decisión tomada por Abinader, que está siendo criticada en Haití, por considerar que únicamente atacan a las pandillas criminales, pero no a sus patrocinadores, a sus mentores políticos y económicos.
En abril del 2023, Abinader prohibió la entrada a territorio dominicano de al menos 39 haitianos, sancionados por Estados Unidos y Canadá, por apoyar a las bandas armadas que han contribuido a la crisis humanitaria en el país.
Sin embargo, el jefe de Estado dominicano no tocó al poderoso empresario Gilbert Bigio, radicado en República Dominicana, y que en diciembre del 2022, fue sancionado por Canadá por apoyar a las bandas armadas de Haití, que han contribuido a la crisis humanitaria en ese país.
Bigio, fundador del GB Group, adquirió en el 2012, los activos de Chevron Texaco en República Dominicana, Jamaica y San Martín, y se dice, tiene una excelente relación con Abinader.
El periódico ilustra su editorial con una fotografía del presidente Luis Abinader y el ex defecto primer ministro haitiano, Ariel Henry, quien era acusado de patrocinar a las bandas criminales.
A continuación, RI reproduce el editorial publicado, en fecha 27 de febrero, por el periódico haitiano Rezo Nodwes:
“Editorial La Red – Un decreto selectivo: La omisión estratégica de los cerdos de cuello blanco
Por Rezo Nodwes
El presidente dominicano Luis Abinader ha decretado que las pandillas haitianas son «terroristas», una declaración que, incluso en línea con una retórica de seguridad esperada, ha sido curiosamente selectiva. Condena sin vacilación a los grupos armados que fomentan el terror en Haití, pero omite de manera llamativa mencionar a esos otros «gánsteres»: las élites económicas y políticas que financian, arman y explotan a esas milicias. Abinader suscribe así una lógica paradójica: reconoce un síntoma sin cuestionar sus causas profundas ni los actores ocultos que se benefician del caos.
Un decreto en destiempo: reconocer lo evidente con Retraso
El término “bandas terroristas” no es nuevo. Ha sido utilizado repetidamente por diversos actores haitianos desde el gobierno de Ariel Henry. Los observadores de la crisis haitiana saben desde hace tiempo que estos grupos armados no son meros elementos anárquicos, sino milicias que operan de manera encubierta. La inseguridad en Haití no es simplemente una fatalidad, sino un fenómeno programado y mantenido por fuerzas que ya no son visibles para sus ejecutores. En este sentido, el decreto de Abinader, aunque rima en su forma, parece mucho posterior y limitado en su alcance analítico.
Un anuncio bienvenido, pero perdido
Si una declaración de ese tipo fuera hecha por las autoridades haitianas, podría interpretarse como un acto valiente contra la clase política actual, incapaz de garantizar la seguridad del país. Sin embargo, el problema es obvio: ¿cómo puede un presidente extranjero denunciar la inseguridad en Haití sin mencionar a sus verdaderos arquitectos? Un decreto serio habría reconocido, como mínimo, la existencia de los «gangsters de cuello blanco» que prosperan en el caos haitiano, algunos de los cuales operan incluso desde territorio dominicano. Abinader, con sus servicios de inteligencia altamente calificados, no puede descubrir esta realidad.
Una selección aleatoria de enemigos
Al estigmatizar exclusivamente a las bandas armadas, el presidente dominicano evitó mencionar a los poderosos financieros y políticos que lideran esta violencia desde la época oscura. Según algunas comisiones de desarme, al menos alguna familia estaría involucrada en la estructura de control de estas bandas. Entonces ¿por qué Abinader se limitó a los ejecutores y no a los verdaderos instigadores? Esta selección estratégica del decreto sugiere que su propuesta podría no ser del todo altruista: ¿se trata de una maniobra diplomática para justificar políticas migratorias más estrictas contra los haitianos? ¿O un intento de desviar la atención de la complicidad dentro de la propia República Dominicana?
El tráfico de armas: una hipocresía silenciosa
El decreto de Abinader hubiera sido más creíble si hubiera abordado el tema del procedimiento para las armas y municiones que estaban siendo utilizadas por estos grupos criminales. La realidad es clara: estas armas no se fabrican en Haití ni son importadas directamente por las bandas. Diversos informes internacionales señalan a República Dominicana como punto de tránsito en el tráfico de armas hacia Haití, con la presunta participación de exmilitares dominicanos. ¿Cómo puede ahora el presidente dominicano enfrentar la violencia sin reconocer el papel que juega su propio territorio facilitando este comercio ilícito? Erradicar las bandas haitianas requiere más que una declaración simbólica; Implica un compromiso real para desmantelar las estructuras que los arman y los financian.
¿Quién merece realmente la etiqueta de terrorista?
Llamar «terroristas» a las bandas haitianas es una verdad parcial que, ignorando a los demás actores del caos, se convierte en una manipulación estratégica de la realidad. Sí, estos grupos armados aterrorizaron a la población. Pero su existencia depende de un apoyo logístico, financiero y político que opera bajo una apariencia de responsabilidad. Al señalar sólo a los ejecutores y no a los instigadores, Abinader rechaza una narrativa incompleta y políticamente conveniente. La lucha contra la inseguridad exige un enfoque integral: denunciar a los perpetradores sin tocar sólo a los clientes perpetúa un ciclo de violencia en el que los verdaderos beneficiarios quedan impunes.»