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Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Otro mes que termina, otro día que comienza, Víctor Martínez intranquilo, buscando su paz en la oración permanente, perseverante, constante, pasan los días, pasan los meses, pasan los años, ¿hasta cuándo Señor? ¿Cuál es el camino? ¿El próximo paso a dar?

Extraño a los míos, pero quedo inmerso en este manantial de inspiraciones divinas que cada día me acercan más a ti, es entonces cuando me enfoco en la misión que has puesto sobre mis hombros, paso balance, ¿qué he hecho, qué he sembrado, cuántos corazones tú has tocado a través de mi labor en esta Empresa de Dios 24/7?

Al sentir temor frente a mi futuro, volteo la mirada hacia tus hijos elegidos de nuestra Comunidad de Amor, oro por todos y doy gracias por el apoyo que a través de ellos tú me das, oro por quienes se han quedado rezagados y me han abandonado en el camino, haciéndome sentir en ocasiones, algo desprotegido, entonces estudio la vida de tu Hijo, de sus apóstoles y recuerdo cuán dura fue la tarea de sembrar y qué difícil les ha sido cosechar.

Confieso que, al levantarme he sentido tristeza y te he pedido con fe, con mucho fervor hablarme, “aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad” al abrir la Biblia y el Corán, dirigido la mirada hacia el mensaje que tengo por delante y es entonces cuando deseo compartirlo con todos ustedes:

Lucas 3, 21-23: “Sucedió que cuando Juan los estaba bautizando a todos, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma, y se oyó una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”.

Luego abrí el Corán y en el nombre de Allah, el misericordioso, el compasivo, leí Sura 41,30-31: “Realmente los que hayan dicho: Mi Señor es Allah; y hayan sido rectos, los ángeles descenderán a ellos: No teman ni se entristezcan y alégrense con la buena nueva del Jardín que se les había prometido. Somos sus protectores en esta vida y en la Última, allí tendrán lo que deseen sus almas y todo cuanto pidan.”

Gracias, Padre de amor, gracias por tus palabras, por los dones y carismas que a través del Espíritu Santo siempre me has dado, gracias por las pruebas, por mis caídas, por estar siempre a mi lado para levantarme y encauzarme por el buen camino, gracias por elegirme, gracias por quienes has puesto en mi camino para apoyarme, te alabo y te glorifico, a ti todo el honor y la gloria por siempre. Amén.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestro hermano Juan de Jesús Moquete.

Hasta la próxima.

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