¡Adiós, Magistrado Bergés! Sus alumnos lo enaltecemos
La muerte del magistrado Manuel Bergés Chupani llena de tristeza a una generación de abogados que fuimos sus alumnos en la cátedra de Derecho sobre las Personas en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña
Su proverbial cortesía y su talento al servicio de los mejores intereses de la Nación, lo hacen merecedor de los más dignos y enaltecidos elogios
Su carrera de Juez la inició como un juez de excepción (Juez de Paz) y alcanzó su más alto sitial como Juez Presidente de la Suprema Corte de Justicia, por su trabajo tesonero y eficaz, fruto de la meritocracia.
Mi maestro de rectitud y conocedor de la jurisprudencia nos decía en la clase, dentro del aula, que como Juez no podía opinar de casos particulares, porque no quería comprometer su voto o decisión ante la eventualidad de que ese caso llegase a sus manos, en la Suprema
Alegre maestro de la enseñanza
Creyente en Dios, dedicó su vida a la Justicia y catapultó sus enseñanzas en la Fundación Institucionalidad y Justicia, con naturales enseñanzas y el objetivo de la creación del Consejo Nacional de la Magistratura, de lo que siempre predicó en la Cátedra Universitaria, como fórmula de procurar la independencia del Poder Judicial
Maestro, amigo inequívoco, supo guardar distancia y disciplinar en su larga vida, el concepto del ETHOS JURIDICO y las divergencias personales que implican los fallos o sentencias judiciales.
La probidad del maestro Bergés Chupani desborda todo límite y alcanza la naturaleza humana de la trascendencia, por su vida y sus obras, junto a su familia que le acompaña en este triste momento de su desaparición física y enaltecimiento moral
Adiós, maestro, quienes tuvimos la fortuna de abrevar de tus conocimientos, verificar tu código civil lleno de anotaciones, al margen, con citas doctrinales y jurisprudencias, te recordaremos como un templo de equidad y tú frase insustituible, “los jueces hablan por sentencia”.
Adiós y hasta siempre, mi Maestro, accesible y bueno, capaz y decente, que supo escucharme y corregirme, con empeño y templanza, en los albores de mi carrera
Maestro, que es más que profesor, en ti se inspiraron muchos de tus alumnos y de ti, al hoy dejarnos en esta vida terrenal, seguiremos trabajando, desde el ejercicio profesional, invocando tus enseñanzas, exigiendo tus postulados y pleiteando en el estrado, en la búsqueda de la verdad, como es el rol del litigante abogado que hoy te despide, con la fe de tus buenos propósitos y la esperanza de una mejor y más sana Justicia para el bienestar social de todos los dominicanos, sin distingos ni privilegios.
Que en Paz Descanse, maestro Bergés Chupani, luminaria de una generación, que democratizó el ejercicio de la profesión de abogados y construyó con su cultura, al enaltecimiento de la Abogacía
Un abrazo especial a Manolito Bergés Coradin, su hijo, amigo de infancia en el colegio Calasanz y una gran reserva moral de nuestra profesión y de honrosa descendencia que hoy ha perdido a un padre ejemplar y digno de los más excelsos enaltecimientos.