AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Desde temprana edad sentía la vocación de escuchar a mis amiguitos, cuando apenas tenía qué aportar a sus problemáticas recuerdo que una palmada, un abrazo, unas palabras de aliento servían para hacerlos sentir diferentes frente a sus problemas familiares, crecí y en mi adolescencia me tomaba muy en serio mi trabajo apostólico en las parroquias se me veía siempre en un banco, debajo de un árbol o en cualquier lugar con mi cabeza inclinada escuchando al amigo desahogar sus penas.
Esta vocación me planteaba el estudiar para el sacerdocio, educación, psicología, pero descubrí que mi misión en este mundo era ayudar a la gente, por lo que opté por el mundo de la psicología clínica.
Al ser tan joven al graduarme de bachillerato con apenas 16 años y estudiar mañana, tarde, noche, sabatino, tomaba materias en todos los horarios en exceso, pues las universidades no tenían controles en esa época, terminé la carrera a temprana edad y empecé a ejercerla bajo la sombrilla de mis profesores desde el primer semestre, en el manicomio y en los colegios.
Así llegué a donde hoy estoy, 50 años después, miles de charlas, conferencias, retiros, prédicas en los altares, trabajos en los barrios marginados, cárceles, parroquias, pacientes y toda la labor que ya ustedes conocen, he trabajado de manera incansable desde temprana edad ayudando a la gente.
Hoy he cambiado mi estilo de trabajo y aunque sigo ayudando a la gente, tal vez más que nunca, ya ni estoy subido en un altar, ni estoy sentado en un consultorio.
Me decía mi contadora al cerrar el colegio que dirigí por 33 años que, si yo hubiera contabilizado el dinero no cobrado en consultas, becas y descuentos otorgados a los padres de mis alumnos, hoy fuera millonario, a lo que respondí lo soy, pues la satisfacción del deber cumplido ayudando al prójimo y de haber glorificado al Padre toda mi vida, me han convertido en el hombre más feliz del mundo.
Sigo escuchando a mis amigos y desconocidos con mucho amor, las redes unen a través de las distancias, y desde Turquía, sin importar horario, Víctor Martínez está permanentemente tratando de llevar paz, brindando amor, consolando y orando por todo el que acude en busca de ayuda.
Hoy en desventaja económica y desde muy lejos debo subsistir con la ayuda de Dios que siempre provee y nunca me desampara, pues a través de sus hijos predilectos, muchos de ustedes siempre me asisten y me ayudan a sostener mi obra.
Siempre he dicho a mis amigos, que, si por cada mensaje que escuchen cada día, cada vez que participan de mis conferencias, cada vez que me llaman para desahogar sus penas, hicieras una mínima ofrenda al Padre para ayudar en esta misión, la vida me sería más llevadera, pienso que es un asunto de conciencia y de valorar nuestra labor realizada, pero de igual manera aquí estamos para servir y con mucho amor.
Dios bendiga a todos los que de una u otra forma se han encontrado conmigo en el camino.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestra hermana Katty Figuereo.
Hasta la próxima.