AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Es hoy la fiesta de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, gran fiesta mariana que nos congrega hoy como hermanos, hijos de Dios.
La fiesta de la Inmaculada entona perfectamente con el espíritu del Adviento; mientras la Iglesia se prepara a la venida del Redentor, es muy justo acordarse de la Purísima, que fue concebida sin pecado porque debía ser su madre.
Esta fiesta surgió en el Oriente hacia los siglos VII-VIII, y luego se extendió rápidamente también por el Occidente. El año 1854 el papa Pío IX declaró dogma de fe que María, por singular privilegio, en previsión de los méritos de Jesucristo, fue preservada de toda mancha de pecado ya desde el momento de su concepción.
La primera mujer, Eva, de cuyo pecado nos habla el libro del Génesis, le falló a Dios; pero otra mujer, María, la llena de gracia, sin pecado, según nos narra el evangelio, acepta gustosamente el plan de Dios para salvar a la humanidad. Por ese hijo, Jesús, concebido de sus entrañas, nosotros también hemos recibido toda clase de bienes espirituales y celestiales, y el llamado a vivir en santidad.
En el libro del Génesis 3, escuchamos la reacción de Dios frente a la desobediencia del hombre, que se contrapone a la obediencia de María, la nueva Eva, en quien se cumplirá la promesa del Salvador.
Es esta la razón por la que nos debemos unir a la Virgen María a través del salmo 97 para alabar a Dios y proclamar sus maravillas, y es que, María juega un papel muy importante en el plan salvífico de Dios, tal como lo vemos en la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (Efesios 1).
Pero es San Lucas 1, quien nos relata la escena de la anunciación a María, una de las más hermosas y significativas del evangelio. La iniciativa de la salvación es de Dios y encuentra la respuesta de una humilde jovencita de Israel, llena de gracia, la elegida por Dios desde el instante mismo de su concepción para ser la madre de su Hijo Jesús.
“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.” Palabra del Señor.
Víctor Martínez conoció y aprendió el verdadero significado de esta gran fiesta en la casa de una familia que celebra todos los años esta fiesta ofreciendo un homenaje muy especial a la Inmaculada Concepción.
Cánticos, oraciones, ofrendas, bailes, alegría y grandes obras de caridad son ofrecidos a la Virgen en ese día, en reunión de familiares y amigos en la casa de doña Matilde Farach y su acogedor esposo, hoy doy gracias por haber participado en ese retiro espiritual de cada año, que me enseñó a amar más a la Madre de Dios.
Dios bendiga todos sus hogares y la Virgen Santísima los cubra con su manto santo brindándoles protección.
Hasta la próxima