Audio: Lo que la Biblia dice sobre la prosperidad y el dinero
REFLEXIONES...
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Parte I
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Y como Víctor Martínez es hombre de fe, y considera que todo debemos verlo a la luz del evangelio, después de compartir estas reflexiones con ustedes acerca del secreto de la prosperidad, deseo enseñarles qué nos dice la Palabra de Dios sobre el dinero:
El dinero es uno de los temas más mencionados en la Biblia. De hecho, una buena parte de las parábolas de Jesús toca el área de las finanzas. ¿Por qué? Una de las razones podría ser el hecho de que la forma en la que manejamos las finanzas es un buen indicador de nuestro verdadero carácter y de cuánto hemos permitido que Dios nos transforme en lo profundo de nuestro ser.
Veamos algunas de las cosas que la Biblia dice sobre el dinero y aprendamos a poner en práctica estos principios. Verás que no solo serán de bendición para tu economía, sino que también fortalecerán tu relación con Dios y con los demás.
- Viene de Dios
No se te ocurra pensar: «Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos». Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza.
(Deuteronomio 8:17-18a)
No debemos jactarnos de lo que tenemos como si fuera un premio a nuestra propia fuerza o inteligencia. Más bien, debemos reconocer con humildad que es por la gracia de Dios que tenemos todo lo que tenemos, sea mucho o sea poco. No lo merecemos, pero Dios en su infinita bondad nos concede lo que necesitamos para vivir. Todo viene de Dios, él lo creó y es su dueño. Él da y él quita de acuerdo con su voluntad y a él debemos dar la gloria (Romanos 11:36).
De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. (1 Crónicas 29:12)
- No debemos amarlo
Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. (1 Timoteo 6:10)
Si en nuestro día a día lo que más deseamos es vivir mejor, obtener más y mejores cosas, vamos por mal camino. ¿Qué nos motiva a levantarnos e ir a trabajar? ¿Es el ansia de acaparar riquezas y de obtener más lujos? Todo parece válido cuando esa es nuestra motivación, ya que, una vez entramos en ese juego, no nos sentimos satisfechos jamás. Siempre habrá algo más que se pueda comprar o nos faltará «solo un poco más».
¡Estemos atentos! El trono de nuestro corazón debe ocuparlo Dios única y exclusivamente. Si permitimos que otra cosa, como por ejemplo el dinero, lo ocupe, estamos pecando al escoger servir a un ídolo. La Biblia lo dice claramente:
Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. (Mateo 6:24)
- Se ha de administrar bien
El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es honrado en lo poco tampoco lo será en lo mucho. (Lucas 16:10)
Nada de lo que tenemos nos pertenece en realidad. Dios nos permite tener cosas materiales para que las usemos con sabiduría de acuerdo con sus propósitos. La forma en la que administramos lo que Dios nos da revela nuestra sensibilidad espiritual y nuestra madurez. Un buen administrador reconoce quién es el verdadero dueño de todo: ¡Dios! Usa los recursos que él le ha confiado para glorificar su nombre y para extender su reino en este mundo.
Si somos fieles, honrados e íntegros en las cosas pequeñas o terrenales, estaremos capacitados para recibir encargos más grandes y profundos en el ámbito espiritual. Ser fieles en lo físico y material nos capacita para poder ser fieles en el área espiritual.
- Rechazar la avaricia
¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes. (Lucas 12:15)
A veces parece que valoramos más la apariencia física y las posesiones que la honradez o la devoción a Dios. Nos dejamos llevar por lo exterior olvidando que lo que permanecerá por la eternidad es lo espiritual. Peor aún, a menudo pensamos que seríamos más felices o valiosos si tuviéramos más cosas o lujos. Nos esforzamos en obtener más en lugar de buscar fortalecer nuestra relación con Dios.
Dios nos ve de una manera muy diferente. Para él la riqueza que cuenta de verdad y la que nos beneficia es la espiritual. Una de las cosas que él valora más es el corazón humilde que le busca y que quiere vivir de acuerdo con sus mandamientos. Nuestro anhelo debe ser tener más y más de Dios, de su presencia y su dirección en nuestras vidas. Como el salmista, nuestro deleite mayor debe ser hacer la voluntad de nuestro Señor (Salmo 40:8).
- Evitar las deudas
Paguen a cada uno lo que corresponda… No tengan deudas pendientes con nadie a no ser la de amarse unos a otros. (Romanos 13:7a y 8a)
La Biblia es clara en cuanto a las deudas y a pedir prestado. Aunque no lo prohíbe, sí dice que debemos evitarlo por nuestro propio bien. ¿Por qué? Porque la deuda nos esclaviza. Una parte de nosotros es esclava de quien nos prestó el dinero hasta que logremos saldar la deuda.
Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores. (Proverbios 22:7)
En muchos casos la deuda es consecuencia de administrar mal lo que tenemos o de la avaricia. Por un lado, está el gastar más de lo que ganamos en lugar de vivir dentro de nuestras posibilidades, usando con sabiduría los recursos que Dios nos ha provisto. Por otro lado, está el deseo desmedido de tener más y de forma inmediata. Por ejemplo, muchos piden un préstamo tras otro para conseguir el último modelo de un auto o de su aparato tecnológico favorito. Esto no está bien.
Lo principal al asumir una deuda es tener un plan detallado para pagarla lo más pronto posible. Siempre es mejor evitar adquirir otra deuda hasta haber saldado la presente. Mejor aún, fortalezcamos nuestra economía de tal manera que podamos pagar al contado las necesidades diarias sin tener que recurrir a préstamos y deudas.
Continuaremos con este tema el próximo lunes, gracias al apoyo recibido de nuestro hermano Felipe Gómez.
Hasta la próxima