Brasil y los goles sucios en contra de la paz pública
Terminando de enterrar a un héroe popular, de raíces marginadas y con su madre viva. A los 100 años, el Rey Pelé fue honrado en su Estadio del Equipo Santos. Un pequeño grupo de brasileños aguerridos y con objetivos terroristas, irrumpió en su ciudad capital, Brasilia, y diezmaron, vulneraron y saquearon los símbolos del Poder Ejecutivo, Judicial y Congresional o Legislativo, para desacralizar los «poderes públicos».
Cómo vándalos de la antigua Roma, destruyeron en parte los templos y esto nos hizo recordar, cuando visitamos la ciudad de Roma, la simiente y los templos que los bárbaros de esa época destruyeron, para sobre esa simientes construir su propio Palacio y su propia Majestad del Poder.
Indudablemente que ese movimiento de tantos hombres y mujeres, en tan vandálica acción, estuvo financiado por algún grupo de personas, que infructuosamente, «gracias a Dios», no lograron su objetivo fundamental, que fue, a nuestro juicio, «un derramamiento de sangre», qué produjera la quiebra de la institucionalidad democrática y el colapso del recién juramentado presidente Luis Ignacio Lula Da Silva.
Por fortuna y protección de las autoridades que gobierna en este momento, el país más grande del hemisferio latinoamericano, Brasil, la barbarie fue planificada para un día de fiesta o no laboral, como es el domingo, y los que planificaron el desastre y la destrucción, como método de lucha, para alcanzar el poder y destruir al contrario, perdieron de vista, que la capital brasileña, Brasilia, por ser un lugar de trabajo fundamentalmente administrativo, los moradores en dicha zona gubernativa, por lo regular, no se encuentran en dicha ciudad los fines de semana, (trabajadores y funcionarios).
Pero contrario también a la ilógica actuación de los tremendistas destructores y propiciadores de acciones anárquicas, los militares federales, que de inmediato tuvieron el mando del presidente de la República Federal brasileña, Luis Ignacio Lula Da Silva, no actuaron con precipitación, y mucho menos, respondieron con sangre para sofocar la crisis y el levantamiento insurrecto de un grupo de forajidos, desprovistos de voluntad popular, y solamente asistidos por la vileza, el crimen y el desorden, que es propio de ordaz y grupúsculos de agitadores financiados y dirigidos para desestabilizar los regímenes políticos, como le pasó al Dr. Salvador Allende, en Chile de 1973.
La templanza del presidente Luis Ignacio Lula da Silva, junto a la probidad y el buen manejo de criterios de Defensa y de Seguridad Pública, ante el crimen acontecido, le dará un gran respaldo popular en el inicio del gobierno, y a su vez, será una gran oportunidad para ese gran pueblo brasileño, de reencontrarse y replantearse objetivos y metas comunes para el desarrollo económico y social, no sólo de Brasil, sino de América Latina, siendo este gran pueblo el más grande de nuestro mundo, y convertirse en la locomotora económica, social y política, que pueda producir procesos incluyentes, democráticos y representativos. Y en donde la familia brasileña vuelva a tomar el lugar y el puesto que le corresponde, respetando la cultura y la idiosincrasia, no sólo de Brasil, sino de todos nosotros los latinoamericanos y caribeños que escribimos desde este espacio de libertad que nos brinda este medio de comunicación, Relámpago informativo.
¡Y EL POR QUÉ DE LOS GOLES SUCIOS…!
Porque en la democracia que vivimos los latinoamericanos, con sus democracias e imperfecciones, el Consejo del Tribunal Electoral, Junta Central Electoral, Tribunal Electoral, o como suele llamarse en nuestros distintos países latinoamericanos, tiene la última palabra, al determinar qué partido político gana las elecciones y le toca democráticamente gobernar, en base al escrutinio de los votos, en forma demócratas y conforme al conteo de los mismos, sin trampas, sin regateos y sin trucos electrónicos, que defrauden la voluntad de la mayoría popular escrutada.
Los daños inconmensurables que tanto en forma material como cultural o de cultura política partidaria, que acaban de generar los desaprensivos e incontrolables bárbaros, en la capital de Brasilia, fueron y serán históricamente, actuaciones fuera de la cancha democrática que rige las reglas del juego electoral y constituyen goles sucios, causado por fanáticos enardecidos y teledirigidos, por grupos ambiciosos del poder, que pretendieron en forma infructuosa quebrar la institucionalidad y el proyecto democrático de Brasil, hoy en manos del Presidente Luis Ignacio Lula Da Silva, reivindicado luego de ser justiciado políticamente.
Que sirva este ejemplo retroactivo, para aquellos que causaron el tranque electoral municipal en nuestra nación, en medio de la pandemia del COVID-19, y que causó tanto escozor en la clase política, que tuvo un costo económico extraordinario, al comprobar, la comisión de expertos internacionales, las irregularidades de las elecciones electrónicas y la falta de boleta en innúmeros municipios que se disponían ir a las urnas y sufragar (votar), en las frustradas elecciones municipales, abortadas, ‘’gracias a Dios’’ y al «liderazgo sensato» que salvó al país de un resquebrajamiento institucional.
Esas actuaciones fuera de las reglas democráticas, no tienen asidero de ningún género y ya el coloso del Norte, bajo la dirección del presidente Joe Biden, como diría Domingo Faustino Sarmiento, respaldando la institucionalidad democrática de Brasil, apostando a la civilización y rechazando la barbarie.
Jurídicamente estamos enfrentando a un crimen contra la cosa pública, contra la seguridad del Estado, tramando contra todos los poderes públicos, tendentes a turbar el Estado, con una guerra civil intestina, mediante el empleo ilegal del pillaje, y la devastación pública.
Crímenes que comprometen la seguridad interior del Estado brasileño y son violatorios del orden constitucional, y que han puesto en juego a la paz pública en Brasil.
Finalizo con el maestro Eugenio María de Hostos, cuando en su obra «Forjando el Porvenir Americano» sentenciaba: «El carácter se hereda, en la familia de las naciones, aún más que en la de los individuos».