Ces’tla vie o en español, así es la vida según Altice
Por Claudia Fernández
En momentos en que el país recrudece las medidas para enfrentar el coronavirus (COVID-19), con decisiones muy puntuales del presidente Danilo Medina, las que felicitamos y apoyamos, aunque no se sabe aún como se implementarán, por la falta de información de parte del Ministerio de la Presidencia y su titular Gustavo Montalvo, la empresa francesa multinacional telefónica Altice se dedica a enviar mensajes telefónicos a sus usuarios cobrando la factura que vence el 9 de abril.
Francia es uno de los países que presentó la primera muerte por la pandemia y en estos momentos esta intentando repatriar por aire, mar y tierra a todos los extranjeros que se encuentran en ese territorio.
Ante una situación de crisis mundial, como la que se vive actualmente, en la que se toman medidas extremas para frenar la expansión de la enfermedad que ha cobrado niveles catastróficos, ¿es posible que esta empresa se dedique a enviar mensajes, vía telefónica, a los usuarios de su servicio?
En este caso la entidad encargada de regular y establecer las políticas en torno a la situación, creemos que es PROCONSUMIDOR, que te exige facturas para poder iniciar un proceso de investigación.
Consideramos que dada la alerta existente, PROCONSUMIDOR debe conminar a la multinacional a frenar el cobro compulsivo, ya que según expresa el mensaje, evite cargos por atraso.
Peor, no todo el usuario de estos servicios tiene tarjetas de crédito para pagar por esta vía. Peor, si se trata de una persona en extremo vulnerable.
Peor, si cabe, ¿cómo hacer para desplazarse a una de las oficinas o lugares de pago? ¿Quién nos protege de estas multinacionales sin corazón? Cuando si tienes el servicio suspendido y vas a pagar por 15 pesos que te faltan no te reconectan el servicio, sin saber las necesidades de cada quién.
Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Ni siquiera tenemos al Chapulín Colorado para auxiliarnos. Que Dios nos proteja y guarde ante estos traficantes de los servicios esenciales.
Que alguien se apiade e imponga restricciones a esta empresa que, al parecer, solo se maneja por el poderoso caballero Don Dinero.