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Continuidad del PRM

Que nadie venga exponiendo hipótesis erráticas, al expresar que el hoy partido gobernante está destinado a permanecer en el poder por mucho tiempo y es que las circunstancias suelen variar constantemente, la política es dinámica y resulta imposible proyectar el comportamiento electoral de una población con una anticipación de cuatro años. La profecía a largo plazo, por lo menos en la actividad política, carece de base científica.

El PRM logró retener el poder, en la contienda comicial de mayo 19, pero fue producto del descrédito de las entidades y líderes opositores, sobre todo porque esas organizaciones acudieron al certamen separadas, lo que no les garantizaba perspectivas electorales a una y mucho menos a otra, dando la sensación de debilidad, provocando que millares de seguidores del PLD y de la Fuerza del Pueblo, así como de personas independientes, terminen cerrando fila con el oficialismo, el cual presentó una boleta presidencial con buena aprobación y favorable imagen pública.

Sin embargo, ¿quién puede adelantar que esos factores se repetirían para el 2028, en un país cuya historia registra que cada proceso eleccionario es diferente al anterior? Para el PRM competir con posibilidades en el lejano 2028 necesariamente tiene que hacer un buen gobierno. Y está en la obligación de hacerlo, dado el control que tiene de poderes que son determinantes, especialmente el Poder Legislativo.

Y en ese tenor, con las iniciativas del presidente Abinader, de modificar la Constitución de la República, realizar una reforma fiscal y tributaria, así como introducir enmiendas a las leyes laboral y de seguridad social, se estaría sentando la base para el despegue político, institucional, económico y social, en torno al ambicioso plan Meta RD 2036.

Un crecimiento en los órdenes señalados durante estos próximos cuatro años podría ser un pasaporte para competir con cierto éxito en los comicios del 28. (Naturalmente, habría que considerar también cómo evolucionan los opositores, sobre manera la Fuerza del Pueblo, que indudablemente no tuvo mala participación en mayo pasado y en la actualidad exhibe dinámica de trabajos).


Pero una buena gestión del PRM solo sería una pata de dos, porque la otra –tan o más importante que la primera– es su necesaria unidad. Que nadie obvie que el PRM ganó en 2024 porque acudió al torneo cien por ciento unificado y de forma adicional supo adherirse a múltiples entidades políticas que en el pasado fueron aliadas al PLD. Todas juntas suman unos 10 puntos, que significaron además 10 puntos menos para la oposición, lo que termina representando 20 puntos.

Los grandes estrategas políticos saben perfectamente que un partido unido –máxime si está en el poder— oferta fuerza y esa organización, como si se tratara del campeón en cualquier disciplina deportiva, es al que hay que ganarle. Algo más: cada vez que suma a otra entidad política, aun sea minoritaria, el impacto sicológico que deja en el electorado es inimaginable, porque la política se nutre mucho de percepción.

De manera que, para un futuro óptimo del PRM, hay dos elementos claves: buen gobierno y unidad partidaria. Pero hay, primero que todo, que concentrarse en la realización de una gestión gubernamental excelente y en su momento oportuno que surjan las legítimas aspiraciones de los denominados presidenciables, porque hacerlo en estos momentos, tres meses después de pasar un evento comicial, es una verdadera imprudencia y todo aquél que ose en anunciar aspiración prematuramente se expone a restar, porque la gente requiere desintoxicarse y prioriza en estos momentos solución de sus problemas.

Se sabe que el rol de un partido opositor es oponerse (la redundancia es adrede) a todo lo que haga el Gobierno, mientras la mejor campaña que puede hacer un funcionario gubernamental, con aspiraciones futuras, es la exhibición de un desempeño excelente. Desviar su responsabilidad, con las atribuciones propias de su organismo, es descalificarse políticamente.

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