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De limpiabotas a las cúspides… o a la mina del rey Salomón

Por Augusto Álvarez

Se dice que muchas personas nacen, como la auyama, y posiblemente aprendieron de Pedro Infante, quien ascendió de humilde carpintero hasta la gloria.

Veamos algunos iluminados con el sello de un futuro escrito en tinta invisible en la caja de limpiadoras con la que iniciaron la aparente cadena de un mundo que años después encontraría extraño.

Por ejemplo, ¿quién en San Pedro de Macorís ignora el inicio de Samuel Sosa?

Antes de llegar a ser un virtuoso del béisbol, en el parque de la Sultana del Este, así como en los frentes del antiguo mercado, donde ahora está un banco, Sammy espera a la espera de quienes deseaban lustrar sus calzados.

Algunos jugadores con menos suertes, son hijos de los ingenios en los cuales realizaron tal o cual trabajo, e incluso, el chao, en las filas militares, también resultó su soporte.

Rafael Corporán de los Santos soltó su caja de limpiabotas, e hizo su entrada a un mundo con verjas electrificadas. ¿Cómo vivió en dicho mundo?

El gran manejador de dólares, cabeza de la casa que lleva su nombre, VIMENCA, o lo que es igual, Víctor Méndez Capellán, que ingresó a la milicia, no obtuvo rangos, aunque ascendió de limpiabotas a las filas del Ejército.

Bernardo Santana Páez, fue otro hombre con suerte, pues comenzó su carrera como limpiabotas de policías, allá en su pueblo, Miches, y finalizó como jefe de la Policía Nacional, y con fortuna.

Grandes figuras salieron de los cuerpos armados, y ascendieron a poseer grandes fortunas, y nunca llegaron a ser oficiales.

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