ACTUALIDADNACIONALESReflexionesRELIGION

Dios y el prójimo

REFLEXIONES...

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Nos hemos pasado la vida escuchando hablar del amor al prójimo, como mandato indispensable y condición que nos pone Dios para alcanzar el reino de los cielos.

Son las lecturas de la Palabra de Dios de hoy las que nos recuerdan que el mayor de los mandamientos establecidos por el Padre para gozar de su amistad y de su presencia en nuestra vida, es amarlo por sobre todas las cosas, pero amando siempre al prójimo.

Pero… ¿Quién es el prójimo? ¿Papá, mamá, hermanos, familiares? Si, pero también la muchacha del servicio, el guardián, el conserje, el empleado, el vecino, el mendigo de la calle y todo ser humano, aunque no le conozcamos.

El evangelio (Marcos 12) y la primera lectura (Deuteronomio 6) de hoy, nos exhortan a vivir desde lo esencial, a serle fiel a Dios, sobre todo amando al prójimo y guardando sus preceptos, que se resumen en un amor indiviso a Dios y al prójimo. Jesús, el sumo sacerdote de la nueva alianza, del que nos habla la carta a los hebreos 7, es quien llevará este mandamiento a su plenitud. El estribillo del salmo 17, ofrece la respuesta del creyente a esa exhortación de Dios, cuando le decimos: “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza. Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.”

Si en verdad yo amo al Señor con toda mi alma y todo mi corazón, por sobre todas las cosas del mundo, debo demostrarlo con el servicio, la ayuda, la asistencia, ejerciendo la caridad y compartiendo de lo mucho o poco que tengo con los demás, de lo contrario Dios no acepta tu amor solo de palabras.

Que trabajo le da a mucha gente dar, compartir de lo suyo, siempre justificándose, expresando: “yo no le doy lo mío a nadie, que con mucho esfuerzo he ganado lo que tengo”, solo piensan en ellos, y así se atreven a decir que aman a Dios, qué lejos de parecerse al Padre, de obedecerlo, de cumplir sus mandatos.

Víctor Martínez piensa que, no podemos amar verdaderamente a Dios si no amamos a los demás, del mismo modo, no podemos amar completamente a nuestro prójimo si no amamos a Dios, el Padre de todos nosotros, y si somos hijos de nuestro Padre Celestial, engendrados en espíritu y, como tales, somos hermanos y hermanas, si tenemos presente esta verdad, el amar a todos los hijos de Dios se hará más fácil.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestra hermana Matilde Farach.

Hasta la próxima.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba