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El cambio no viene, hay que hacerlo

Por Claudio A. Caamaño Vélez
Siempre leo y respondo los mensajes directos que envían a mi página de Facebook (Claudio Caamaño Vélez); no por simple “cortesía”, sino porque me permiten conocer cómo piensa el pueblo. Es increíble lo mucho que uno crece escuchando. Reciente alguien me escribió: “estoy esperando un cambio en nuestro país”.

Me acordó un chiste de una persona que llevaba horas parado en una esquina, otra pasa y le dice: “pero aun sigues ahí, te dije que la dirección que buscas está en la calle que viene”. La persona responde: “me dijiste que es la calle que viene, pues la estoy esperando”.
Una actitud muy parecida tiene quienes esperan un cambio sin hacer nada para que se produzca. Los problemas del país no los va a resolver un mesías, ni la barita mágica de Harry Potter… Nosotros tenemos que resolverlos.
La indiferencia es incluso peor que la corrupción, pues los corruptos al menos tienen la “valentía” de robrar, pero el indiferente, peca de cobarde. La persona indiferente no es neutral, es cómplice.
Muchas veces nos quedamos cayados para no perder nuestro trabajo, o para no buscarnos problemas ¿Si así hubiesen pensado nuestros héroes y heroínas qué sería de nuestro país? ¡Ay, si Duarte se hubiese sentado a esperar que llegue la independencia!
Cada cierto tiempo los países exigen un esfuerzo de sus ciudadanos para fortalecer los derechos y libertades, un llamado a poner lo colectivo por encima de lo individual. No tengamos miedo, que, para vivir como cobardes, es mejor morir con valentía.
Ese país que soñamos, donde se cumplan las leyes, está más cerca de lo que podemos imaginar. Hoy, ahora, este es momento de forjar un mejor país para nuestros hijos y para nosotros mismos ¡Vamos!

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