El vecino Haití y su terremoto político y social

Para Ángel Florenzan y Elpidio Medina, amigos de infancia.
Hace muchos años, recuerdo que mi padre me amonestó por una queja familiar de mi mamá y mi madrina de participación partidaria y me dijo que no podía actuar en asuntos políticos partidarios, pues con «el sufrimiento de su primo hermano Máximo López Molina, era más que suficiente» en la familia. «Nada de entrar al MPD».
Le reposté en la mesa de comer y trasladé hacia el vecino haitiano y sus vicisitudes, lo que nos podría pasar si no se producía un levantamiento contra la dictadura y los asesinatos de los años de 1970 que eran dolorosos y cercanos en nuestra vecindad y amigos de infancia, asesinados hasta en el hospital como fue el caso de Para-hoy, amigo de Cuchito Pina junto a Amaury German Aristy, muerto en combate el 12 de enero del 1972. Y qué decir del asesinato de ‘’Ernestico’’, José Ernesto González, hermano de Narcison o viejo conocido Narciso González Narcisazo.
Hoy, 50 años después de ese momento difícil con apenas 19-20 años, comprendí que papá tenía razón y que incursionar en la política es riesgoso y desafiante. Sin embargo, es parte de lo que denominó en un momento estelar, el Lic. Federico C . Álvarez, la “Falta de Espíritu Público“. En esos años aciagos.
El espíritu público de qué hablaba ese gran abogado de Santiago, cuyo edificio principal lleva su nombre, en el Palacio de Justicia de Santiago, es hoy lo que profundizamos como políticas públicas en favor de las grandes mayorías y que procuran la inclusión democrática de todos los dominicanos, cuando se maneja la cosa pública, cuando se manejan los bienes del Estado Dominicano.
Tratando de retomar el concepto, en aquel entonces se hablaba y se advertía que, existe una conducta maniquea con respecto al vecino haitiano y a su vez los apologistas y los detractores llevan sus ideas provistas de «espoletas», que si chocan, no derraman luz, sino que estallan, decía el cura P.R. Thompson.

En Haití, no hay ningún tipo de institución válida y como dijese una ex embajadora norteamericana en esa nación, no hay con quien dialogar, y mucho menos, institucionalizar esa parte del territorio vecino, que tanto nos atolondra, y sobre todo, vive de la acusación Internacional en contra de los dominicanos, sin un liderazgo responsable de su pueblo y su realidad.
En los años 70, procurando al Padre Roble Toledano, en sus escritos, con quien recuerdo a Mechy Tapia López, Tito y Manelepor, el trato familiar encontré que los dominicanos Pedro Reyes, Juan Zenón Nova y José Fortuna Valdez, desaparecieron por obra de magia, en manos de los sicarios de Papa Doc. Y en ese momento de tensión, otro dominicano, el raso de la Policía Nacional, de nombre Félix y Félix, estaba preso en las ergástulas de la dictadura de Duvalier, reclamado por la diplomacia dominicana y el gobierno de Balaguer.
En cambio, la dictadura de Duvalier le pedía a la dictablanda, del balaguerismo de entonces, la entrega de tres militares que fueron declarados desertores por el gobierno haitiano y estos pedían asilo político en base al artículo 23 del Tratado de Montevideo, y la convención de extradición de la Segunda Conferencia Internacional Americana.
LA FRONTERA DOMINICANA
Los dominicanos tenemos que mantener la mesura y estar convencidos que debemos permanecer dentro de los principios constitucionales, de la no injerencia en los asuntos internos de los países vecinos. (Art. 3 de la Constitución 2010).
ART. 3. DE LA CONSTITUCIÓN DOMINICANA
Principio de no Intervención
- «El principio de la no intervención constituye una norma invariable de la Política Internacional Dominicana.»
ART. 9 DE LA CONSTITUCIÓN DOMINICANA
Límites Fronterizos Dominicanos
Establece categóricamente:
…. «sus límites terrestres irreductibles están fijados por el tratado fronterizo de 1929 y su protocolo de 1936».
Con ello, nos mantendremos firmes en la preservación decorosa y enérgica de nuestros atributos soberanos y evitar la suspicacia de sectores que viven de la miseria del pueblo haitiano, o tratan de inventar una crisis sin precedentes, por sus pretensiones imperiales anexionistas, de los mismos haitianos.
En el pasado de ese entonces, el anatema estaba fundamentado en el enfrentamiento de los grupos de izquierda dentro de la democracia partidaria y la negativa de los grupos de izquierda a participar en las contiendas electorales, que como en 1970 se produjo un fraude, para la continuación o continuismo del gobierno del Presidente Balaguer. Es decir, «El matadero electoral».

En estos días, con la presencia en la frontera del Presidente Luis Abinader, “se creó conciencia en los rayanos”. Y la avanzada Jesuita (la fundadora de la casa de contrataciones de esclavos en nuestro territorio dominicano) fue desvertebrada en su afán siniestro de querer procurar una zona de amortiguamiento, es decir, una zona de tolerancia, para acoger a los vecinos haitianos que huyen del terremoto político y social, iniciado con el asesinato del presidente Juvenal Moises y la secuela de crímenes encadenados que ha exacerbado a esa parte del territorio oeste de la isla (Haití), con turbas, asesinatos, collares encandecentes, bloqueo del territorio… en fin, desgobierno y barbaries.
Sin pasar la línea divisoria que separa la adhesión sincera a los propósitos cimeros externados por el Presidente Luis Abinader, y mucho menos entrar en la losonja cortesana, que se aproxima tanto al servilismo, es noble decir, que las declaraciones del Presidente Luis Abinader, son el deseo, el espíritu y la concientización de todo el espíritu dominicanista «qué impera aquí y ahora» en nuestro sentir nacional, en el pueblo dominicano.
Independientemente, cada quien es dueño de expresar su admiración en el estilo y con el calor que mejor le cuadre a sus sentimientos.
La estrategia de los vecinos y sus grupos externos, a través de las organizaciones no gubernamentales y «los países que le acompañan en su sepultura hasta el momento», bien ensayan, usan las bravuconadas y tratan de descubrir debilidades frente al gobierno dominicano. Por suerte, el glorioso Ejército Nacional, víctima de infames vituperios e improperios, ha resguardado la frontera y es una garantía de soberanía nacional en manos del Mayor General Carlos Fernández Orifrés, bajo las directrices militares del Teniente General Carlos Díaz Morfa, Ministro de Defensa.
Pero que sepa la comunidad internacional, que los dominicanos no somos pendejos y estamos hastiados de tanta frenética soberbia de los vecinos y sus acompañantes anti dominicanos.
Que la sangre, sudor y lágrimas del pueblo febrerista, no fue en vano y no podrán borrar nuestra propia idiosincrasia y desdibujar a nuestros padres fundadores de la Sociedad la Trinitaria, de 1838, creadora de lo que hoy somos, dominicanos, gentilicio que no podrán eliminar del diccionario, «ni del alma nacional», ni menos suprimir las bases institucionales y democráticas que responden al lema: Dios, Patria y Libertad.
Y como dice nuestro Himno Nacional, escrito por Don Emilio Prud’ Homme, «que Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo jamás».