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¿Es riesgoso ser presidente?

Al calor de una campaña electoral, quienes aspiran a la máxima posición del Estado, no pueden percibir el final en su hoja de vida.

Ningún dirigente político al escalar piensa en que los peldaños suelen empalagar mientras asciende, pero ¿y si resbala?

El peligro acecha, e incluso, suele perseguir a quienes ejercen funciones públicas, después de abandonar sus funciones oficiales.

Observemos algunos ejemplos que ilustran, y donde figuras que han Estado en la cima, han desaparecido empanadas en sangres, o envueltas en acusaciones corruptivas.

Alan García, de Perú, quien decidió suicidarse y no enfrentarse a los tribunales.

Alberto Fujimori, también ex presidente de Perú, acusado de crímenes y corrupción, que ni siquiera con la cárcel paga.

Desde tiempos superados, desde Cuba llegó Fulgencio Batista corriendo, tras su derrocamiento, mientras de Argentina, Domingo Peron buscó la protección del régimen de Rafael L. Trujillo.

Asimismo, se destaca el caso reciente del ex presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, implicado por Estados Unidos en asuntos de drogas.

Omitieron otros casos de mandatarios, cuyo final, de visualizarlo, habrían descartado aspirar en grandes.

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