Haití, con un poder invisible, bandas y el Tío Sam
Por Augusto Álvarez
Resulta difícil aceptar que las autoridades traten de ignorar las implicaciones de Estados Unidos en el magnicidio de Jovenel Moïse.
Desde Colombia, llegaron expertos asesinos a la patria de Duarte, hicieron turismos, y con armas especiales, cruzaron las frontera común y llegaron al mandatario Jovenel Moïse, sin dificultades.
El tránsito, la ruta de los potenciales ejecutores del presidente Moïse, únicamente pudo ser diseñada por quienes poseen el control del patio del imperio.
Y tras el vacío creado a raíz del magnicidio en Haití, la crisis se ha profundizado, así como el desafío de las bandas, que mantienen a las fuerzas interventoras de Kenia, en el punto de mira de sus armas.
Y es dentro de tal contexto que se descabeza la Junta provincial, al separar de sus funciones al primer ministro provincial Garry Conille, quien siguiendo la ruta de sus antecesores, ya está en Santos Domingo.
Mientras se habla de Dominique Dupuy, la ministra de Exteriores nombrada por Conille, una especie de voz de fuego contra las deportaciones de indocumentados haitianos.
La situación de la fuerza interventora en Haití, realmente es prisionera de las bandas, a tal nivel que la misión de Estados Unidos, en Puertos Príncipe, formuló un llamado de alerta, luego que un avión habría sido forzado a aterrizar en un aeropuerto de Santiago, tras ser tiroteado al tratar de descender en Puertos Príncipe.