Haití, entre la historia y la leyenda.
Voces reiterativas se entrecruzan pidiendo a quienes han despojado a la histórica república haitiana de su ejemplo y su dignidad.
Quienes saquearon e hicieron de Haití, en especial, Canadá, Francia y Estados Unidos, reculan a la hora de hollar con tropas que ya cooperaron ordeñando los dejados en pies por sus gendarmes.
La gran hambruna, la tragedia de los oprimidos en Haití, posee nombres y apellidos de sus responsables.
Las bandas delincuenciales tienen patrocinadores entre las tres élites que siempre gobiernan esa nación, y conectadas con círculos del poder norteamericanos.
Los bandidos tienen armas que superan a las de muchos países, e irónicamente, el apellido Clinton suena con mucha insistencia en el escenario político, al otro lado de la isla compartida.
Aunque resulte difícil de digerir, Estados Unidos tiene mucho que agradecer a Haití, al igual que Venezuela, y quién sabe si nosotros mismos, habrá que consultar la historia.
Se olvida que criminales y saqueadores de las riquezas haitianas, cruzaban las fronteras, y ya cubiertos por la sombrilla dominicana, invertían aquí o seguían rumbos con los millones a cuesta.
¿Un baño de sangre, como el resultado de una intervención, sería la salida a la crisis en la vecina nación?