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Isadora en la inmoralidad

Murió como su esposo, en un accidente

 

Por Augusto Álvarez

Una de las danzarinas más exquisita y que aún se proyecta en el tiempo, da la impresión de revivir su legado.

Isadora Duncan, cuyas piernas parecen martillar en los grandes teatros, llegó a la Rusia de los Soviets, a raíz de la gran crisis económica de su país.

Como buena de la vida, del arte y marcada por la tragedia familiar, en medio de un proceso revolucionario, sus piernas nunca pausaron

Esa gran leyenda, impactada por la muerte en accidente vehicular de sus seres queridos, poco después del atentado a Lenin, continuó divirtiendo con su arte, a una población que vive la cultura.

El clásico sonar de disparos constituían la ya esperada musiquilla nocturna en la Rusia dónde se dimensiono’ más el talento de Isadora Duncan.

Quizás el recuerdo de la tragedia donde su esposo perdió la vida, íntimamente vinculado al ferviente deseo de retorno a su natal Estados Unidos, marcó su realidad.

La casualidad o chepa, como categoría histórica, habría incidido en la artista, quien murió a consecuencia de un accidente vehicular.

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