La escalera de la vida
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Todos vivimos, desde que nacemos, subiendo peldaños en nuestra vida, a veces resbalamos, caemos, y tenemos que empezar a subir de nuevo nuestra escalera, pena los que se rinden, se sientan y se niegan a continuar subiendo hasta alcanzar su meta.
Nacemos en el primer escalón y como si fuera poco empezamos a gatear, luego a dar pasitos, hasta sentirnos capaces y seguros de subir, enfrentándonos a la vida.
Las escaleras son todas muy rudas, ásperas, porque tienen que ser seguras, algunas de hierro, otras de concreto, unas con cerámica, granito, madera y hasta con gruesos cristales, pero lo más importante es qué tan extensas son y cuánto tiempo tendremos que estar subiendo para llegar arriba.
Otro aspecto importante es la prudencia que debemos tener, sobre todo según la edad, para no caernos, agarrarnos del pasamano, tener el calzado adecuado, que la escalera no esté mojada y si es muy larga que tenga algún descanso.
Hoy en día las nuevas generaciones prefieren tomar el ascensor, no quieren coger lucha, lo quieren todo fácil y rápido, y viven siempre haciendo uso de la tecnología, la modernización y todo lo existente para facilitarse la vida.
Ellos aparentemente llevan ventajas, al final, no aprenden a saborear el gozo de llegar arriba después de todo el esfuerzo realizado, y jamás valoraran el alcance de sus metas, último escalón, como lo valora quien paso a paso y con lucha llegó arriba.
Víctor Martínez ha querido poner este ejemplo para que entendamos lo que nos pasa con la fe, desde que nacemos recibimos los conocimientos de Dios a través de nuestros padres, si ellos no nos dejan gatear y no nos enseñan a caminar, no nos enseñan de Dios, llevaremos grandes desventajas para alcanzar nuestras metas.
En el Espíritu no se crece al vapor, aquí no vale el ascensor, con un retiro espiritual del que salgo siendo el más cristiano, convertido en una ceremonia, no, la conversión, el crecimiento espiritual, es todo un proceso que tenemos que madurar, conociendo a fondo las cosas de Dios, hay que subirlo escalón por escalón, vivirlo, disfrutarlo, caernos y levantarnos para apreciarlo, asimilarlo, fortaleciéndonos con el ejercicio.
Así se sube la escalera de la vida y siempre habrá grandes satisfacciones al final, cuando sientas que has alcanzado la plenitud de tu vida, en presencia de Dios.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestro hermano Emile Troncoso.
Que la gracia y la paz sean con ustedes de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Hasta la próxima.