Los pobres alegatos del PLD y la FP
El licenciado Danilo Medina, expresidente de la República, calificó recientemente de “ratas” a aquellos dirigentes del PLD que supuestamente traicionaron a esa organización política en la pasada contienda comicial presidencial y legislativa del 19 de julio. (Se cree que una franja de los peledeístas sufragó por el doctor Leonel Fernández, quien se convirtió en el principal candidato de la oposición, de conformidad al grueso de los estudios de opinión, los cuales fueron confirmados por los cómputos de la JCE).
Tratándose de un exmandatario, las palabras de Medina constituyen un exabrupto. Ya antes –y en plena campaña electoral– había exhortado a sus correligionarios a desmantelar carpas, que supuestamente usaría el PRM para la compra de cédulas. Sin embargo, no hubo tales carpas ni en ningún momento se presentó pruebas, ante la JCE, en torno a ese delito electoral, sobre el cual el PLD mostró sobrada experiencia en el pasado.
El doctor Leonel Fernández, líder de la Fuerza del Pueblo, luce todavía mucho más agresivo que los peledeístas. Llegó al extremo de pretender quitar legitimidad al pasado certamen electoral, bajo el pretexto de que hubo una abstención ascendente al 45.70. ¿Qué insinúa Leonel? ¿Qué todo el que no votó lo hubiera hecho por él? ¿Y por qué no llevó a toda esa gente a sufragar? Un hombre que perdió por cerca de 30 puntos porcentuales no es para despacharse con declaraciones tan pobres.
De todas maneras, morados y verdes, todos son peledeístas. Y coinciden, sin argumentos válidos, en oponerse a las reformas fiscal y constitucional que ha anunciado el jefe de Estado. Se supone que una organización política opositora tiene que actuar de forma responsable y conocer bien las dos propuestas del presidente de la República.
Hasta ahora Luis Abinader lo que ha dicho es que la reforma constitucional giraría en torno a dos aspectos, los cuales son: 1) Establecer un Ministerio Público independiente, lo que vendría a fortalecer la justicia dominicana y, por vía de consecuencia, la institucionalidad democrática. Y 2) Poner un fuerte candado e impedir que en el futuro algún jefe de Estado procure perpetuarse en el poder. Y lo hace partiendo de que los tres presidentes anteriores reformaron la carta magna para su beneficio personal, entiéndase Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina.
Por lo menos Hipólito Mejía mantiene silencio, porque además de ser un hombre maduro tiene un alto concepto de la prudencia, pero Leonel Fernández y Danilo Medina no sé lo que se han llegado a creer. ¿Dónde está la moral? A Luis Abinader lo eligieron con un 57%, para que gobierne a los dominicanos por cuatro años más. “Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo”, dijo Cicerón.
Y en lo que concierne a la reforma fiscal y tributaria, todos los economistas están conscientes de que la misma se ha venido postergando, pero no se puede demorar más. Sencillamente los gastos hay que ajustarlos a los ingresos en un ejercicio de responsabilidad y transparencia, indistintamente de lo que piensen algunos politiqueros.
Leonel Fernández fue presidente durante 12 años y nunca encontró obstáculo a sus iniciativas desde el Congreso Nacional. Inclusive en su primer período, 1996-2000, gobernó sin legisladores y la oposición le aprobó sus proyectos. Y para la reforma constitucional del 2010, los legisladores del PRD fueron tan generosos que lo habilitaron para que continúe aspirando a la presidencia en el futuro. Sin embargo, ahora, exhibe actitudes mezquinas, bajo una supuesta defensa al interés nacional. Ya lo dijo Platón -hace muchísimos años-: “La peor forma de injusticia es la justicia simulada”.
A la oposición política le asiste derecho, en el marco de una democracia como la nuestra, a fijar y asumir la posición que mejor le parezca, pero que no olvide su conducta durante su paso por el poder político, porque la gente tiene memoria y no se deja manipular fácilmente. Sus alegatos ameritan ser sustentados de manera responsable.