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Nuevas esperanzas y expectativas

  EDITORIAL RELAMPAGO INFORMATIVO  

 

 

Esperamos un 2023 diferente al 2022

 

 La llegada del nuevo año 2023, como ocurre siempre en estos casos, nos trae nuevas esperanzas y expectativas sobre qué nos depara el destino, como persona, como familia, pero más que todo, como país.

Nuestro deseo como medio de comunicación es esperar que el año que inicia sea diferente al 2022, el cual -en términos generales- estuvo cargado de inseguridad, improvisaciones de funcionarios que no dan pie con bolo sobre las atribuciones de los cargos que desempeñan, pero peor aún, con muchas frustraciones de un pueblo al que se le prometió cambios significativos, los cuales están por verse.

A decir verdad, el año que acaba de pasar fue un período muy difícil para los dominicanos, que vieron multiplicarse cada día los problemas que los aquejan, los cuales, en vez de desaparecer o disminuir, fueron cada vez peores.

Los ciudadanos observan con preocupación que están regido por un gobierno que habla mucho y hace poco, que, traducido al boxeo, es como los boxeadores malos, que amaga, pero no dan, y a eso se atribuye el hecho de que, pese a las muchas alharacas, no fue capaz de garantizar uno de los bienes más preciados de los seres humanos, sus derechos y su seguridad.

Los mayores temores del dominicano consciente son de que, el complejo panorama económico que vive el mundo, se refleje en nuestro país con mayores niveles de inflación, endeudamiento y deterioro de las expectativas de mejoría de la familia que se ve empujada hacia un crecimiento de la pobreza.

La gente creyó que las promesas de cambios radicales, que incluían una lucha frontal contra la corrupción y la impunidad, sería una realidad, se pensó en nuevos aires de aplicación de las leyes.

No era para menos, cuando se abrieron expedientes contra los supuestos ladrones del erario y se procedió a encarcelar a los alegados responsables de esos despojos de las arcas del Estado, pero con el correr de los meses, los ciudadanos observan que no se trata más que, de nuevas acciones de pan y circo, dejando un amargo sabor en las grandes mayorías.

Los precios de los productos de la canasta familiar se mantuvieron, prácticamente fuera del alcance de la clase pobre y qué no decir de los precios de los medicamentos, que se mantuvieron a niveles prohibitivos y, como para empeorar las cosas, terminaron el 2022 con nuevas alzas.

Lo mismo podemos decir de los precios de los combustibles, que se han convertido en una fuente de ingresos extras para las autoridades que juegan con ellos a su conveniencia, al igual que ocurre con la factura eléctrica que se han constituido en una carga insoportable para los ciudadanos.

Es lamentable que los dominicanos tengamos que recibir el nuevo año 2023 con un horizonte en el que no se ve una luz al final del túnel, por el contrario, lo que pinta es un panorama desalentador para nuestra gente.

Para muestras, varios botones. Por ejemplo, este nuevo año nos llega con precios récords e históricos en productos básicos de la canasta familiar, como son los huevos, las carnes, yuca, papa y plátano, entre otros.

Es que este gobierno se gasta un ministerio de Agricultura ineficiente hasta más no poder, que pinta todo color de rosa en el campo, haciendo caso omiso a las quejas de los productores agrícolas, mientras, como gran empresario del sector, hace su agosto, sirviéndose con la cuchara grande con los recursos públicos, haciendo negocios a su favor. Esperemos que su inoperancia no conduzca al país a padecer una crisis de suministro de productos agropecuarios.

Un ministro de Industria y Comercio que en la oposición tenía la fórmula para bajar los combustibles, pero que olvidó al llegar al cargo, mientras el de Interior y Policía no acaba de asumir la responsabilidad de renunciar dado que el cargo le ha quedado grande.

Lo peor de todo es que no hay solución a la vista, por el contrario, lo que se vislumbra es un agravamiento de todo ese panorama sombrío con el que llega 2023, al que solo los que detentan el poder definen como el país de las maravillas.

Que Dios se apiade de este pueblo dominicano, digno de mejor suerte y nos agarre confesados a todos, a los de arriba y a los de abajo, porque después de todo, la vida tiene que seguir.

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