AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Es cierto que las distancias y la edad nos llevan a vivir recordando el pasado.
Una gran etapa de mi vida en República Dominicana fue llegar al sector del Evaristo Morales, Julieta y Piantini, cuando había crecido en mi niñez y adolescencia entre San Carlos y el Ensanche Naco.
Cuando mi colegio Centro Especializado de Enseñanza, luego El Buen Pastor, tenía apenas un año de fundado, en el 1974, en la casa de mis padres en Naco, mi amigo y mentor Aquiles Farías había descubierto un edificio con seis salones de clases y un gran terrero en medio de la nada, entre caminos y terrenos baldíos, un colegio llamado Gorbea trataba de subsistir en medio de aquel desierto.
Con grandes luchas y batallas me aventuré a alquilar ese local con opción a compra, el cual terminó siendo de mi propiedad gracias al apoyo recibido por algunos padres de mis alumnos de aquella época, quienes me avanzaban la escolaridad del año para hacer frente a tan descabellado proyecto.
El Centro de Enseñanza El Buen Pastor terminó siendo un colegio de tres plantas que llegó a albergar en algún momento 800 estudiantes, siempre fue el colegio más caro de la época por su mística de transformar en excelentes a sus estudiantes, por los buenos salarios que pagábamos a los empleados y porque los padres con sus cuotas cubrían la escolaridad de niños y adolescentes de escasos recursos que Víctor Martínez consideraba que tenían los mismos derechos de estudiar mezclados con una clase social alta y en un buen colegio. A estos nunca les falto ni libros, ni uniformes.
En uno de nuestros salones se fundó la Parroquia El Buen Pastor, la cual el colegio subsidió por 10 años, hasta construir el templo en el que se encuentra gracias a la ayuda económica del gobierno de turno.
El colegio no podía cubrir solo, los gastos de la construcción del templo, aunque sí los costos de lo que implicaba trabajar en la formación y creación de la comunidad, poniendo incluso a la disposición de todos los católicos, sin ningún costo, un local que usaban para sus retiros espirituales y reuniones; construir nuestra comunidad estuvo a mi cargo, con el apoyo de un pequeño grupo de personas muy respetables y la asesoría permanente de mi gran amigo, mentor y asesor Monseñor Juan Félix Pepén.
Aquí, en Mi Parroquia El Buen Pastor me ordené de Diácono en una ceremonia realizada en el patio del colegio, por no tener un gran templo, como hoy.
En el Evaristo Morales existían pandillas en los barrios marginados, las cuales tuve que intervenir reuniéndome periódicamente con ellos y desarrollando un liderazgo que me ayudara a controlar la violencia y desintegrar tales grupos.
Incrementé las ayudas económicas a través de comida, ropa, útiles escolares, asigné innumerables becas para los niños y jóvenes del sector, les abrí una escuela gratis en la tarde y otra en la noche, incentivé las prácticas de la fe católica a través de marchas, viacrucis, prédicas, retiros, realicé campañas con mis alumnos para sembrar innumerables árboles en toda la zona, incluyendo la Winston Churchill con sus plantas de caoba, realizamos un censo en todo el sector para conocer las necesidades de las familias.
Catequizamos, bautizábamos, celebrábamos las bodas, estábamos presentes en las casas de todos los enfermos llevándoles la comunión y los asistíamos en los entierros, dejándoles palabras de aliento a sus familiares y hasta pagando con mi hermano Rubén Torres, quien me ayudaba, los costos de los entierros de los hermanos muy pobres de los barrios marginados.
Dios fue muy bueno conmigo, me dio mucho, muchos dones y carismas, un gran liderazgo, mucha prosperidad, cada vez que me visitaba alguien y me decía que no podía pagar el colegio se le resolvía la situación, a quienes no di becas y descuentos, regalaba puntos, calificaciones, para que se hicieran bachilleres, los moradores de los barrios me visitaban con sus necesidades y siempre podía meter mi mano en el bolsillo y se marchaban con el problema resuelto.
Mis amigos del clero siempre encontraban mi apoyo, sin importar, los muchachos del seminario menor asistían todos gratis a recibir su educación, en una tanda diurna que abrimos en exclusividad para ellos, como olvidar a Monseñor Jesús Castro, a nuestro querido padre Manuel Ruíz y muchos otros que fueron nuestros alumnos y se graduaron en nuestro colegio.
Hoy me queda la satisfacción del deber cumplido, lo he dado todo para glorificar al Padre y como premio a mi labor realizada, me ha dado un contrato de trabajo en la Empresa de Dios 24/7, para dedicarme en exclusividad a ayudarlo en la transformación del mundo.
Bendito y alabado seas Mi Señor.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por nuestra hermana Meyro Almonte.
Hasta la próxima.