Reflexiones: Cumplir años
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Hola amigos, ¿qué tal? Cumplir años cuando somos niños se convierte en un acontecimiento de emociones, alegrías, pues además de las fiestas que nos hacen, los regalos esperados son de nuestro agrado.
Al llegar a la adolescencia ya no queremos esas fiestas familiares, preferimos celebrarlos a nuestra manera, con nuestros amigos y sin mucha participación familiar. Ya saben cómo son los adolescentes.
Llegamos a la edad adulta y es entonces cuando nos clasificamos en personas que sí les gusta celebrar y otros que asumen una extraña actitud frente a su cumple, no queriendo que se enteren los demás.
¿Será su negación por tener que restar y aceptar que cada año les queda menos tiempo en el planeta? ¿O tener que aceptar que nos vamos poniendo viejitos?
Lo que sí sé, es que los años pasan y pesan, pero no por esto debemos amargarnos, por el contrario, debemos dar gracias a Dios por el privilegio de cumplir, de estar aún en este mundo disfrutando de sus maravillas.
Si estuviéramos convencidos de que la vida no termina con los años, lo tomáramos diferente, pues al despedirnos de este mundo es cuando empezamos a vivir de verdad, una nueva vida.
¿Qué no me gusta? Cumplir el mismo día de los padres, pues las hijas y nietos ni tontos ni perezosos matan dos pájaros de un tiro, pero de todas maneras daré gracias a Dios por la dicha de considerarme su hijo amado, de ser padre, abuelo y sencillamente el Víctor Martínez que todos ustedes conocen.
Hasta la próxima.