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REFLEXIONES: ¿Por qué a mí Señor?

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

Hola, amigos, ¿qué tal? Comparto uno de esos mensajes anónimos que recibimos:

“Cuando Arthur Ashe, famoso jugador de tenis, se estaba muriendo de Sida, contagiado por medio de sangre infectada en una operación, recibió cartas de sus fans, uno de los cuales pregunto: “¿Por qué Dios tuvo que elegirte para una enfermedad tan horrible?” Arthur le contestó: Hace muchos años 50 millones de niños comenzaron a jugar tenis, y uno de ellos era yo, cinco mil alcanzaron el Grand Slam, cincuenta llegaron a Winbledon, cuatro llegaron a la semifinal, dos llegaron a la final y nuevamente uno de ellos fui yo.

Cuando estaba celebrando la victoria con la copa en la mano, nunca se me ocurrió preguntarle a Dios ¿por qué a mí? Así que ahora que estoy con dolor ¿Cómo puedo preguntarle a Dios, ¿por qué a mí?

La felicidad te mantiene dulce, los juicios te mantienen fuertes, los dolores te mantienen humano, el fracaso te mantiene humilde, el éxito te mantiene brillante, pero solo la fe te mantiene en marcha.

A veces no estas satisfecho con tu vida, mientras que muchas personas de este mundo sueñan con poder tener tu vida.
Un niño en una granja ve un avión que le sobrevuela y sueña con volar, pero el piloto de ese avión, sobrevuela la granja y sueña con volver a casa.

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Así es la vida, disfruta la tuya.

Si la riqueza es el secreto de la felicidad, los ricos deberían estar bailando por las calles, pero solo los niños pobres hacen eso.

Si el poder garantiza la seguridad, los VIPs deberían caminar sin guardaespaldas, pero solo aquellos que viven humildemente, sueñan tranquilos.

Si la belleza y la fama atraen las relaciones ideales, las celebridades deberían tener los mejores matrimonios.

Ten fe en ti mismo, vive humildemente, camina humildemente y ama con el corazón.

Una reflexión importante que no habla de las religiones, que nos viene bien a todos y por eso su divulgación puede ser valiosa para alguien que ahora se está haciendo la pregunta:

¿Por qué a mi Señor? Hágase tu voluntad, y no la mía.

Víctor Martínez te desea un feliz día, lleno de bendiciones.

Hasta la próxima.

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