REFLEXIONES: Soy el hombre más feliz del mundo
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Me decía un pariente que yo había sido un gran pendejo, que, siendo diácono y militar hasta llegar a General, no se explica cómo quedé en olla y no rico millonario, sobre todo si siempre tuve muy buenas relaciones con la gente de poder.Un ex alumno egresado de mi colegio, me decía que le extrañaba como yo andaba a pie y no tenía mucho dinero, si tuve el mejor colegio del país, abarrotado de estudiantes y único en su filosofía, estructura y misión social.
Hay quienes se extrañan porque según sus criterios y pareceres, escalas de valores y visión de vida, al final soy un fracasado, claro por no tener un yate, un Mercedes, un pent-house, etc.
Víctor Martínez se ríe, pues siempre he sido un hombre muy dichoso, tan dichoso que siempre me jacto de decir que Dios me ha dado todo lo que he deseado, y he tenido todo lo que he querido. Hoy tengo, ante todo la presencia de Dios en mi vida, vivo lleno del Espíritu Santo y aunque me reconozco con muchas limitaciones y muy pecador, he vivido luchando por hacer el bien, no hacer mal a nadie y ayudar a todo el que pueda.
Mis queridos parientes y amigos, no tengo dinero, porque todo lo he dado, las becas y proporciones de becas que di para que muchos estudiaran en mi colegio, fue impresionante, a mi Iglesia le di una gran parte, de la que era mi fortuna, a mis familiares a quienes siempre he ayudado de manera incondicional y a mis amigos y extraños a quienes nunca he dejado de tender la mano, aunque no tenga recursos.
Hoy me queda la gran satisfacción de haber sido un apóstol de Dios que ha entendido la gran misión que vino a cumplir sobre la tierra, dar amor, dar comprensión, dar palabras de aliento, dar orientaciones, dar cosas materiales, entregándome para glorificar a mi Padre del cielo.
Sería injusto si no agradeciera a Dios por su eterna misericordia, por su amor incondicional conmigo y por demostrarme, que cada día tiene su afán y que Él siempre provee.
Sería injusto si no reconozco al amigo fiel que extiende su mano para ayudarme a salvar vidas, al exalumno que me recuerda y aparece en ocasiones con un presente, a mis familiares, sobre todo mis hijas que se desviven por este padre, en fin, a la tanta gente que me quiere, esa es mi mayor fortuna.
Créanlo, “Soy el hombre más feliz del mundo.”
Hasta la próxima.