REFLEXIONES: Un garabato de Dios
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola amigos, ¿qué tal? Un garabato de Dios es el título de un libro escrito por nuestro querido Monseñor Pepén, decía él que: “En el plan de Dios los seres humanos somos mucho más que un simple número. Nacemos en un día y hora señaladas por El, en un medio y en unas circunstancias que influirán nuestro modo de ser y de vivir e imprimirán sus huellas en nuestra vida de modo imborrable. Y sobre esto, todos somos y seremos diferentes, manifestando así la inagotable riqueza y variedad de la creación.
Sólo el término de nuestra vida terrenal, en los años de la madurez cuando no hay lugar para fantasías y estamos por fuerza más de cerca de la verdad, empezamos a entender el plan y el proyecto que el Creador y Señor de todo lo existente se ha trazado en nosotros y en el que fuimos convocados a participar desde un principio.”
Así comienza el prólogo de Un Garabato de Dios – Vivencia de un Testigo. Testimoniar ese plan y proyecto en algún momento de nuestra vida, dice Monseñor Pepén, es un deber muy personal.
Fruto de un pueblo oprimido, en medio de la ocupación norteamericana, perseguido por el régimen de la época, por su apego, lealtad y solidez a los principios cristianos, al denunciar las injusticias, atropellos y violaciones a los derechos humanos, surgieron estos testimonios de Monseñor.
“Estas páginas escritas en la madurez de la vida que Dios bondadosamente me ha regalado, nos dice Monseñor, son como un recuento, seguramente incompleto y limitado, de lo que a mi ver podría servir a una mejor comprensión de hechos históricos de indudable interés para las nuevas generaciones.
Tengo la conciencia, como cualquier cristiano, de la responsabilidad que implica ser un testigo fiel de las cosas que miran al honor de Dios y al bien de la comunidad y, además, he tenido siempre la sensación de ir caminando sobre las huellas de otros testigos que sin pensarlo ni saberlo me enseñaron a caminar. Ingratitud sería no reconocerlo”, versa Monseñor Pepén.
Para Víctor Martínez, fue este un gran amigo, guía y padre espiritual, fiel asesor en mi vida personal, en la fundación y creación de la Parroquia El Buen Pastor, luz en el ejercicio de mi profesión como educador, este simple, sencillo y humilde amigo, dejó grabado en los corazones de muchos, garabatos de Dios, que son imborrables.
Dios te bendiga Monse. Hasta la próxima.