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REFLEXIONES: Vivir la Navidad en tu interior

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Hola amigos, ¿qué tal? Generalmente celebramos la Navidad rodeados de familiares, amigos, una buena copa de vino, una suntuosa cena, un intercambio de regalos y a dormir todos, para saborear la mejor comida del año, el calentao al otro día.

Pero hay quienes en algún momento han tenido la oportunidad de vivir la Navidad en su interior, en medio de la soledad, si lo saben hacer, posiblemente sea una de las experiencias más gratificante.

Me hice acompañar de José y María, y como el que no quiere las cosas pude vivir el nacimiento del Niño Dios con una exclusividad impresionante.

Fue momento de recuerdos, de los diversos escenarios en que he celebrado la Navidad, desde niño hasta hoy, revisión interior, arrepentimiento sincero, oración profunda, velas encendidas, pequeño incienso, lectura del pasaje bíblico que revela la grandeza de este acontecimiento, poner en oración a los enfermos, angustiados, atribulados, confundidos, a todo el que en este año se acercó a mí en busca de ayuda o me pidió oración, con mi agenda en mano, para recordarlos.

No extrañé el alcohol, tampoco la suntuosa cena, me revestí de humildad y me hice acompañar de José, María y Jesús, éramos cuatro, escuchábamos el silencio y de vez en cuando los estruendos de los fuegos artificiales, agregué exquisita música navideña, suave, tranquila y lógico, Noche de Paz.

 

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No me amargué, no me entristecí, no me quejé, en la familia, algunos han partido a la otra dimensión, como mis padres, los hijos y nietos tienen que volar, cada quien en el lugar que le corresponde según los designios de Dios, tienen que dejar que el Padre los conduzca y vivir sus propias experiencias.

Alguien me invitó a su casa y sé que muchos de ustedes hubiesen hecho lo mismo, pues sus demostraciones de cariño me bastan, para saberlo.

Recuérdenlo, Víctor Martínez es y seguirá siendo el hombre más feliz del mundo, de nada ni de nadie depende mi felicidad, solo de saber que Dios está siempre conmigo, fortaleciéndome, conduciéndome, ayudándome, iluminándome y usándome para cumplir con su misión.

Nada de pobre Víctor, este que está aquí sabe vivir y a propósito debo recoger los regueros que José, María y Jesús dejaron anoche en mi casa, así que feliz Navidad para todos y…

Hasta la próxima.

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