Separar opositores siempre ha sido una estrategia conveniente a los gobiernos
Cuando Balaguer fue presidente de la República usó como estrategia legítima mantener separado al profesor Juan Bosch del doctor Peña Gómez, de manera que la oposición nunca se unifique en contra suya, lo que hacía posible “sus triunfos” –si fue que ganó alguna vez- o facilitar los fraudes electorales que hasta algunos de sus propios colabores le atribuyeron.
Indistintamente de la capacidad estratégica de Balaguer, Bosch nunca procuró el poder político de forma seria, después que fue objeto del golpe de Estado, el 25 de septiembre de 1963. Se recuerda que con la división del PRD, cuyos protagonistas principales fueron Peña Gómez y Jacobo Majluta, y el resurgimiento de Bosch en la campaña electoral de 1990, el líder del PLD rechazó la oferta de apoyo incondicional que le hicieron tanto el candidato presidencial del partido blanco como el del PRI.
En esos comicios Balaguer obtuvo un 35%, Bosch un 34%, Peña un 23% y Jacobo un 7%. El PLD alegó fraude electoral, pero si se hubiera aceptado los apoyos de Peña y Majluta ese fraude electoral, si lo hubo, no hubiera tenido éxito, porque no había forma de que al líder reformista le alcancen los votos.
Juan Bosch era un hombre insobornable, pero su conducta política revela que evadía el poder político.
Después del golpe de Estado de que fue víctima no pudo llevar al PRD al poder, pero tampoco al PLD. El PLD ascendió al gobierno en 1996, después que Bosch, por problemas de salud, abandonó su dirección.
De todas maneras, hay que reconocer la gran capacidad estratégica que tenía Joaquín Balaguer para distanciar a sus opositores políticos. En cierta medida Danilo Medina, autor intelectual de la división del PRD en el 2014, lo que contribuyó con su fácil reelección en el 2016, emulaba los métodos de Balaguer.
El 9 de septiembre de 2014 Hipólito Mejía y Luis Abinader se vieron en la obligación de formar tienda aparte, con el nacimiento del PRM, después que el Tribunal Superior Electoral de entonces, controlado por Medina, emitiera 38 sentencias favorables al presidente del partido blanco, Miguel Vargas Maldonado, percibido como un aliado del gobierno en ese momento.
Independientemente de la enemistad que hubo entre Leonel Fernández y Danilo Medina en la campaña electoral de 2024, es innegable el esfuerzo que hizo el gobierno de Luis Abinader para mantener a los dos líderes opositores separados, lo que permitió que Abinader se reelija con cierta holgura, al obtener un 57%, contra un 29% de la Fuerza del Pueblo y un 10% del PLD.
El problema no se puede ver en que 29 más 10 no resultaría suficiente para competir con Abinader. Si se produce una alianza con anticipación se genera un impacto sicológico en el electorado, ofertando mayor fuerza y evitando posiblemente que un porcentaje elevado de peledeístas termine cerrando fila con el gobierno del cambio. Fue alto el número de legisladores, alcaldes y regidores que, con sus respectivos seguidores, resultaron persuadidos por el poder.
De un 53% que obtuvo Abinader en el 2020, saltó a un 57% en el 2024, pero el incremento porcentual hay que buscarlo en los casos judiciales que conoció el Ministerio Público, los cuales terminaron desacreditando al PLD, pero de forma adicional hubo una agresiva y millonaria publicidad gubernamental resaltando las virtudes de Luis Abinader y al mismo tiempo hundiendo al candidato de la Fuerza del Pueblo, sobre todo en lo que toca al convenio que hizo con la Barrick Gold, donde la compañía canadiense se quedaba con el 97% de los beneficios y el Estado con apenas un 3%. Fue en el gobierno de Danilo Medina que se destapó ese contrato, el cual había sido aprobado por legisladores que mantuvieron silencio, razón por la cual la población ignoraba todo.
Las circunstancias resultaron favorables al presidente Abinader, no solo por la separación de sus opositores, el descrédito moral y la millonaria inversión en publicidad, sino porque identificaron a todos los peledeístas y dirigentes de la Fuerza del Pueblo, en la geografía nacional, que estaban en subasta pública.
Sin embargo, el comportamiento electoral de un proceso está definido por un conjunto de circunstancias y esas circunstancias evolucionan favorable o desfavorablemente a determinados líderes u organizaciones políticas. Leonel Fernández parece tener una obsesión con el retorno al poder político, pese a que fue presidente de la República durante tres períodos. Luce agresivo, realizando conferencias de prensa regularmente y ya está fuera de discusión su condición de principal líder opositor. Fernández no solo es presidente de la Fuerza del Pueblo, es dueño de esa entidad política, la cual creó a su medida y semejanza, después de renunciar del PLD, a raíz del fraude electoral de que fue objeto en las primarias del 6 de octubre de 2019.
El mayor problema que tiene Leonel Fernández es con su hijo Omar, senador del Distrito Nacional, a quien trajo al mundo, hizo profesional y lo convirtió en figura pública. No hay forma de excluir de la agenda de discusión, tanto dentro como fuera de la Fuerza del Pueblo, el tema de quién resulta ser mejor candidato de Leonel a Omar.
Parece que Omar Fernández goza de excelente valoración en la población, pese a ser un político conservador y no haber renunciado al barrilito, pero es joven, bien parecido, exhibe prudencia, ecuanimidad y domina los temas de actualidad en lo económico, político y social. El muchacho tiene un carisma similar al que exhibió su padre décadas atrás.
Se dice que al presidente Fernández no le molestan los elogios dirigidos a su hijo, con excepción de aquellos que vienen del gobierno, a quien se le acusa de procurar separar a padre e hijo. La estrategia del gobierno es legítima y siempre ha formado parte del juego del ajedrez político nacional, que consiste en buscar la división de la oposición. Ya no se trata de mantener separado al PLD de la Fuerza del Pueblo, sino a los dos líderes más importantes que tiene la FP, el papá y el hijo.
Los seguidores de Omar, en su mayoría jóvenes, insisten en que otros políticos con edades por debajo de los 40 han ascendido al poder en el continente. Y ponen los ejemplos de Gabriel Boric en Colombia, Nayib Bukele en El Salvador, Daniel Noboa en Ecuador y Alan García en Perú, en el año 1985. En cambio, los seguidores de Leonel Fernández, que son los más adultos, alegan que Omar carece de experiencia, es joven y puede esperar.
El propio Leonel Fernández se le vio decir esta semana que su hijo lo que tiene es tres meses como senador, pero cuando él ascendió al poder, en 1996, no había sido siquiera diputado. Carecía de experiencia de Estado. De todas maneras, ese debate no luce elegante por tratarse de un padre y un hijo, además parece que la vieja guardia de ese partido decidió que Leonel sea el candidato presidencial para el 2028.
A pesar de lo lejano que está el 2028 todo indica que Leonel Fernández está buscando el poder seriamente. Y su futuro triunfo no se puede descartar si el PRM se desgasta mucho y presenta de candidato a una persona que no unifique. En este momento hay preocupación en el palacio, ante la denuncia que ha hecho el presidente de la Fuerza del Pueblo, en el sentido de que las obras propuestas por el presidente de la República, con los 775 millones de dólares del contrato de Aerodom, cuya duración es de 36 años, ninguna ha sido iniciada.
Fernández citó las calles de la Caleta, Boca Chica, que siguen sin reparar, el puente que sustituye al Flotante, la expresa entre Pintura y autopista 6 de Noviembre, el puente Jacinto Peynado, en Villa Mella, y un hospital traumatológico en San Cristóbal. No se ha dado el primer picazo con relación a esas obras prometidas y Fernández cree que ese dinero se gastó en la campaña electoral.