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Una página histórica

Caamaño en la "Zona Constitucionalista"

Una mañana con aroma de lucha y haces de luces con valentía.

Así abrimos la página del día 4 de agosto.

Elia «La Rubia» [madre del Chino Rodríguez], Estela Estrella [mi tía] y un seminarista «revolucionario», Virgilio Almánzar, partimos a pié desde la Diego Velásquez, esquina Duarte, para la «Zona Constitucionalista», donde observaríamos a los combatientes y les manifestaríamos nuestra solidaridad.

“La Rubia” era quien dirigía nuestros pasos [era nuestra líder] y la caminata se hizo ágil a pesar de un sol de estío.

Estábamos pletóricos de entusiasmo rebelde y antiimperialista con las motivaciones que nos expresaba nuestra líder.

En la calle Caracas estaba el cerco yanqui, donde revisaron las carteras de “La Rubia” y de mi tía.
Cruzamos ese cordón de opresión y a la vista nos encontramos con los hombres ranas y su FAL, a otros vestidos de marinos, del ejército y otros civiles con carabinas San Cristóbal y fusiles Máuser.

Todo era admirado por mi tía y yo. “La Rubia” ya había estado en ese histórico y glorioso lugar en muchas ocasiones.

En el Conde, vimos el edificio Vaquero, donde se encontraba la presidencia de la República en Armas, y luego nos dirigimos al Cine Independencia [hoy Telemicro], donde se iba a dirigir el Comandante de la Revolución, presidente Francisco Alberto Caamaño Deñó, a raíz de que ese día era el aniversario de la fundación de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán.

Entre el Presidente, camina por el centro, saludando a los presentes, principalmente a los que se encontraban en el borde del pasillo, al ver eso, me moví del asiento para saludar a mi líder y así lo logré, casi tumbando a mi tía.

El coronel constitucionalista Francisco Alberto Caamaño Deñó durante la revolución de abril

Ese fue mi sello de sentirme un luchador más. Aplaudí como el que más, sonreí y gocé a plenitud.
Terminó el acto y “La Rubia” nos dirigió al parque Eugenio María de Hostos, donde había una pequeña escuela de entrenamiento.

Regresamos por el Parque Independencia y nuestra guía líder nos indicó, donde se encontraban los dos comandos de los hermanos haitianos, que se encontraban al lado del Cine Independencia, en la esquina Bolívar.

Nos señaló que eran muy valientes y eran los armeros más eficientes [arreglaban y limpiaban las armas].

Salimos, no sin antes “La Rubia” y nosotros despedirnos de nuestros hermanos combatientes.

El regreso fue después del mediodía, en un recorrido apacible y entusiasta.

A mi tía y a mí se nos olvidó que mi padre era oficial de la Policía Nacional y ella residía en mi casa.

No nos importaba nada y continuamos siendo caamañistas clandestinamente y todos los días nos orientábamos con nuestra vecina, La Rubia.

Tuve que romper esa rutina para dirigirme al Seminario San Pio X, en Licey Al Medio, donde hablé más que un perico de la Revolución.

El final ustedes lo conocen…

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