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Vendo mi voto…

Mi precio es la dignidad

Por Augusto Álvarez

Para ser honesto, yo si vendo mi voto, y luego de tomar tal decisión, ahora estoy a la espera de una oferta.

Naturalmente, tal y como dice el estribillo de una canción, todo tenemos un precio, todo se compra y se vende, y por una razón entendible, no tengo por qué ser distinto a otros mortales.

De hacerme una buena oferta, podría terminar de vivir el tiempo que me haría descansar hasta donde llegue mi vida.

El diario vivir, lo que cuesta mantenerse en pie. La canasta familiar se incrementa, hasta tal punto,  que se debe pagar por un plátano hasta 30 pesos.

Nadie puede poner precio a lo ajeno, por tanto, mi voto de conciencia es contra los corruptores que aspiran comprarlo. Contra los delincuentes, que envían a delinquir. Contra aquellos con los cuales caminamos un trecho, y de repente, «la suerte» ha transformado en honorables funcionarios, con riqueza por doquier.

Vendo mi voto para adquirir recursos y poder enfrentar la impunidad, rompiendo el blindaje que hace imposible enviar tras las rejas a los corruptos y corruptores y que está acabando con la transparencia en la JCE y otros organismos.

En las elecciones primarias, el dinero corrió tan rápido que la población no lo alcanzó, por la velocidad con que se movió y a muchos endeudó.

Ahora mi voto sí está en venta ¿cuánto podría ofertarme sin que me ofenda tu ofrecimiento?

¡Ah! Recuerda que quienes te enviaron a comprar mi voto saben que ese dinero, que él pretende pagar, proviene  de la vaca nacional y no de su cuenta personal.

Ayer, muchos corruptos se concentraron en la basílica dizque a orar. ¿Escucharon el mensaje de la cúpula sacerdotal?

Entre el público se estuvo a la espera de observar arrodillados, ante el confesionario, a algunos de los que envían a comprar votos, y se preguntaban que si en caso de exponerse ¿el sacerdote se dejaría engañar?

Quizás muchos políticos se confundieron al escuchar al religioso, exhortando a no vender el voto.

Sin embargo, a la hora 25 ¿qué hacer? Yo decidí vender, y espero que el pueblo haga lo mismo, y decida vender, por la riqueza que produce tener la conciencia limpia y seguir con sus millones de glóbulos rojos.

Es importante tener dignidad y  regresar el pica pollo, los 500 pesos y la cajita con la botellita de ron, a ese político corruptor, que en la basílica murmuraba: “Ya ese cura metió la pata”.

Simplemente,  se refería al obispo, cuando llamó a no vender su voto.

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