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Zapete, la crónica de una decisión fabricada

Por Augusto Álvarez

Escoltado por la honestidad y un coro de voces de adherentes, así llegó el Jarabe ante el juez.

Marino Zapete, siempre del brazo de la magistrada Miriam Germán, sonrió al escuchar al magistrado calificar de irrelevantes las pruebas llevadas por él.

Años han quedado atrás, en los cuales solían poner un cartel donde se leía: ¡El jefe siempre tiene la razón, y más la tiene cuando no la tiene!

Esa es la lectura que podría dar, a la actuación de un magistrado que de 6 pruebas, descarta 5, mientras califica las pruebas de irrelevantes.

¿Regresamos a los tiempos de dictadura?

[El proceso contra Marino Zapete parece ser la crónica de una decisión fabricada. Todo parece indicar que, las instrucciones son, sacar a Zapete de circulación, por lo menos, hasta que pasen las elecciones. De ese modo, la gente dejará de escuchar sus verdades.]

El juicio contra Zapete quiso montarse a espalda de la prensa, y la percepción dada a entender que cualquiera que fuera la decisión, ésta vendría de otra instancia del poder.

¿Qué podría decidir un tribunal sin la existencia de testimonios o ignorando las pruebas documentales?

¿Por qué no se tuvo la valentía de decir que ningún tipo de prueba sería aceptada, si provenía de la defensa de Marino Zapete?

Sin el montón de documentos que suministraría la defensa de Zapete, y sin escuchar ningún testimonio ¿podría un tribunal votar un veredicto justo?

Presentes y brindando solidaridad a Zapete y su Jarabe, además de su escolta especial, la honorable Miriam Germán, allí estaban, entre otros, el diputado Fedelio Despradel y Mercedes Castillo, presidente del CDP.

Se había dejado entrever que el procurador Jean Alain Rodríguez, así como Gonzalo Castillo estarían en la audiencia.

Sin embargo, sus presencias en el “juicio” fueron rechazadas por un tribunal que, ni siquiera se atrevió a comunicar su decisión a la parte que lo solicitó, el periodista Zapete.

Ojalá la actuación desacertada y violatorias de ese juez, no sea la repetición de la historia de lo que ocurría en la época de los 12 años, de los tediosos 12 años de Joaquín Balaguer, cuando las sentencias de los tribunales eran fabricadas en bufetes de abogados.

La presencia del procurador en la audiencia era, única y exclusivamente para que explicara, como representante de la sociedad, si realmente lo es, ¿por qué no ordenó investigar la denuncia de Marino Zapete? Recordándole, que el presidente Danilo Medina había prometido que se investigaría cualquier rumos de corrupción en su gobierno.

Gonzalo Castillo, lo único que tenía que responderle al tribunal era, si la firma que aparece en los contratos era la suya, o si los mismos son falsos.

En este país es un privilegio estar blindado…

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