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Mañanas frías y nostálgicas

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REFLEXIONES…

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Era una mañana fría de otoño de esas que nunca se ven en mi país, ni en el peor de los inviernos, seis grados, 6:30 de la mañana y Víctor Martínez se disponía a salir, muy abrigado, por cierto, hacia su trabajo, en el camino oraba intensamente tratando de distraer mi mente de aquel frio clima.

En la parada del Bus me convencía de que no estaba preparado para vivir un invierno en Ankara, lugar donde Dios me ha destinado; mientras esperaba, los temblores me invadían en todo el cuerpo, sentí dolor en los ojos, rodillas, espalda y hasta en el alma.

Hubo un momento en que me pregunté, ¿Qué hago tan lejos del cálido clima de mi hermoso país? Al subir al autobús, repleto de gente, como siempre, amé más que nunca el calor humano.

Cuando logré sentarme, en silencio absoluto y con pensamientos abstractos, las lágrimas se escapaban de mis ojos como quedando congeladas entre la fría mascarilla que me cubría, era la nostalgia al extrañar el lugar donde tal vez debería estar, pero sentía en mi interior la felicidad de aceptar ese gran reto de abrirme caminos en nuevos mundos llevando la presencia de Dios a cada rincón y cada ser humano, esa era la misión que debía cumplir en mi nuevo trayecto.

Siete meses después de haber pisado este lugar, no dejo de recordar que es este el lugar donde los cristianos han vivido en la zona de la Turquía moderna desde el siglo I d.C., cuando surgió el cristianismo. Muchos cristianos que escaparon de la persecución en Jerusalén huyeron hacia el norte y se establecieron en ciudades del oeste, centro y sureste de Turquía.

Algunos de los apóstoles cristianos viajaron e incluso se establecieron en regiones de Turquía. Entre ellos, San Pablo, San Pedro y San Juan. San Pedro estableció una de las primeras iglesias cristianas y se dice que San Juan llevó a la Virgen María a Éfeso, a tres kilómetros al suroeste de la actual Selçuk, en la provincia de İzmir, en el oeste de Turquía. Constantinopla, la actual Estambul, y Antioquía fueron dos de los cinco centros neurálgicos del cristianismo junto con Roma, Alejandría y Jerusalén. Estambul ha sido durante mucho tiempo hogar de la catedral más grande del mundo: Santa Sofía.

Heme aquí, Señor para hacer tu voluntad, podría ser este el camino hacia el final de mis tiempos para que mi encuentro contigo tenga un sentido más exclusivo o tal vez sea el inicio de una larga etapa de mi vida, donde el crecimiento espiritual, la purificación y la acción del Espíritu Santo guíen mis pasos para continuar calando sutilmente en el corazón de quienes me escuchen.

Dios, Allah, Jesús y la Virgen Santísima bendigan todos sus hogares.

Hasta la próxima.

 

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