¿Y tú sabes cómo se llama?
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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Gabriela Mistral, una de las poetizas más importantes del s. XX, maestra rural y educadora, quien consiguió el galardón más importante de la literatura universal, doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de California, y por la Universidad de Chile, entre otras universidades, fue una mujer pacifista, libertaria y feminista lo que le causó problemas. Luchó por los derechos humanos, el voto de la mujer y la igualdad con el hombre y pidió al sector femenino que se instruyera para no ser considerada objeto de la sociedad.
Escribió un precioso poema titulado: “Sólo sé cómo se llama”, el cual comparto con ustedes:
“Que si nació hoy, que si nació ayer, que si nació aquí, que si nació allá.
Que, si murió a los 33, que, si murió a los 36, que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos. Que si tenía hermanos, que si no tenía. Que dónde está, que cuándo vuelve.
Yo lo único que sé es que… A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y agradecer por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y dejar ir.
Me enseñó a despertarme saludando al sol y a acostarme con la cabeza tranquila. A caminar muy lento y muy descalza.
Me enseñó a abrazar a todos y a abrazarme a mí.
Me enseñó mucho, me enseñó todo.
Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien tengo al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo, a manera de mensajes y que, para escucharlo, debo tener abierto el corazón.
Me enseñó que un gracias o un perdón lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama a través de mil detalles.
Me enseñó que los milagros sí existen.
Me enseñó que, si yo no perdono, soy yo quien se queda prisionera; y que, para perdonar, primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien, pero que actúe bien a pesar de todo.
Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo dentro y no afuera.
Me deja que me aleje, sin enojarse. Que salga a conocer la vida. A equivocarme y aprender. Y me sigue cuidando y esperando.
Hasta me dejó aprender de otros maestros sin ponerse celoso; porque es de necios no escuchar a todo el que habla de amor.
Me enseñó que solo estoy aquí por un tiempo, y solo ocupo un lugar pequeño. Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor y en compartir su luz conociendo mi sombra.
Que disfrute, que ría, que valore, y que Él siempre va a estar en mí…
Que, aunque dude y tenga miedo, confíe, ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
Sólo sé que se llama Jesús.
Víctor Martínez, te pregunta: ¿y tú sabes cómo se llama? ¿lo conoces?
Este mensaje ha llegado a ustedes como cortesía de un exalumno muy agradecido.
Hasta la próxima.