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Ayuda respetuosa

  AYUDAME A SALVAR UNA VIDA  

 

 

REFLEXIONES…

 

 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

He vivido en un país y he sido parte de una cultura donde la pobreza, la miseria y las carencias son tan comunes en la mayoría de la población, por ser el nuestro un país pobre, del tercer mundo, a pesar de las grandes diferencias sociales en las que muchos tienen de todo.

Caminar por las calles y ver personas de todas las edades extendiendo la mano en espera de una limosna es algo muy común.

Hago estos comentarios porque donde me encuentro también hay necesitados, pero me ha extrañado la forma elegante de pedir ayuda, ellos te ofrecen un simple paquetico de kleenex a cambio de lo que tu le quieras dar, ya he intentado dar sin tomar los kleenex y he ofendido a la persona.

Ayer se me acercó en la salida de una plaza un hombre en sillas de ruedas, muy escasamente vestido bajo aquel frío arrollador, a ofrecer los acostumbrados kleenex, no los quise, pero saqué de mi bolsillo 20 liras turcas para regalarle y el amigo se resistió y no quiso tomarlas, insistiéndome en tomar lo que me ofrecía, para poderlo ayudar tuve que ceder.

Ves con frecuencia entre la multitud jóvenes tocando sus diversos instrumentos musicales, para que el que pase se deleite y le deposite en una bandeja la moneda que desee.

Pienso que ese sentido de “ganarme lo que necesito”, sin aceptar que me des sino es a cambio de algo, es algo muy loable que dignifica a la persona humana.

A esa actitud le he llamado la ayuda respetuosa, y creo que si bien es cierto que debemos clamar a quienes pueden, cuando necesitamos, debemos aprender a devolver algo a cambio, a ser agradecidos, aunque sea con una bendición, una oración, un servicio, un sencillo obsequio.

Dice Proverbios 19:17 “El que se apiada del pobre, presta al Señor, y Él lo recompensará por su buena obra”.

Mateo 5:42 nos dice: “Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le devuelvas la espalda.”

Víctor Martínez ha aprendido en su trayectoria de vida, desde su niñez, a dar mucho, a ayudar a los necesitados y a todo el mundo, con dinero, apoyo moral, orientaciones, educación, becas, consultas gratis, amor, pero también he vivido momentos en que, con humildad, he tenido que doblegar mi orgullo para pedir, y también hay quien me ha dado la espalda, ¡que maravilloso aprendizaje de vida!, cuánto he crecido y he aprendido, cuánto me he acercado al Padre y lo he entendido.

Sin embargo, puedo testimoniar, cómo Dios te devuelve engrandecido todo lo que haces, cómo toca los corazones de sus hijos amados y predilectos para ejercer la caridad y dirigirla a quienes le piden, soy un ejemplo de que todo lo que le he pedido a Dios me lo ha concedido, incluso para otros, siempre respetando el tiempo de Dios.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de Emile Troncoso.

Hasta la próxima.

 

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