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El Señor es mi Pastor

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REFLEXIONES…

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

La verdad que la relación de Jesús con nosotros es algo trascendental, el cuidado amoroso y atento de Dios, a través de su Hijo, como Pastor que viene a guiar a su pueblo para que no le falte nada, es algo que nos debe llenar de gozo.

Esa admirable solidaridad de Cristo que da su vida por los suyos para que no anden como ovejas descarriadas, ni sean víctimas de ladrones y salteadores de dignidades, de paz, de armonía, de equilibrio mental, emocional y espiritual, ofreciéndonos las cosas mundanas, vicios, adicciones, falta de principios y valores, es algo a lo que debemos poner atención.

San Pedro, que vivió la experiencia del sufrimiento inevitable a causa de la confesión de la fe, nos anima a la perseverancia poniéndonos como modelo a Cristo, a quien, para no perderle como pastor, hay que seguir, sin perder sus huellas, ni rehusar el sufrimiento.

Todos, un día pasamos por sufrimientos terribles y nos pareciera como que todas las puertas se nos cerraran, pero no olvides que Dios esta vivo, conoce tus necesidades y siempre te abrirá, aunque sea una ventana por donde entrará un rayo de luz a tu vida que te dará esperanza, recuerda como nos dice Romanos 8: 31, “si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”

Es esta la razón por la que Víctor Martínez, te exhorta a observar la comparación que nos hace el evangelio de san Juan 10, del auténtico Buen Pastor y de lo que es capaz de hacer por sus ovejas. Dime, ¿Qué no hará Dios por ti? Te invito a que me acompañes a elevar el salmo del Buen Pastor, con el alma y corazón:

“El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos me hace reposar, y donde brota agua fresca me conduce. Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige, por amor a su nombre. Aunque pase por cañadas muy oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen. Me sirves a la mesa frente a mis adversarios, con aceite tu perfumas mi cabeza y rellenas mi copa. Me acompañan tu bondad y tu favor mientras dura mi vida. Mi mansión será la casa del Señor, por largo, largo tiempo”.

Este hermoso mensaje ha llegado a todos ustedes, gracias a doña Matilde Farach y su Fundación.

Hasta la próxima.

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