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En el país de las maravillas… El que no corre, vuela

Por Claudia Fernández

En este nunca bien llorado y querido pedazo de tierra llamado República Dominicana, se ha perdido todo, hasta la capacidad de asombro, aunque todavía unos cuantos mantienen esta capacidad.

Como lo expresa la sabiduría popular, ‘’cuando no es Juan, es Juana, y si no, su hermana’’, al pasar el tiempo se ha visto cómo los otrora sindicalistas del transporte, se han convertido en empresarios de múltiples negocios que van, desde el propio transporte, hasta poseer incontables, que no incuestionables bienes.

Todos de origen muy humilde, que hoy exhiben grandes fortunas, a expensas de la ciudadanía y el soborno y presiones contra los gobiernos de turno. Desde Joaquín Balaguer hasta la fecha.

Pero estas fortunas no asombran a nadie, al contrario, se aplauden mientras continúan su tarea de influir e intervenir en decisiones importantes del propio gobierno.

Ciertamente, el que no corre, vuela, en este país de las maravillas, en donde el día más claro llueve y cuando más nublado está, sale un sol radiante.

Este preámbulo viene al caso por el denominado, y perdonen la repetición, Caso FM, una recién desmantelada red de lavado de activos que introdujo a territorio dominicano cientos de millones de dólares que fueron lavados, enjuagados y puestos a secar en supuestos negocios lícitos, pero eso no parece sorprender a nadie.

Personas con nivel económico de medio a bajo, de repente exhiben una infinidad de recursos, a cuál más costoso, años realizando sus operaciones fuera de la ley, y nada pasaba, o ¿nadie se daba cuenta? Dudoso.

Operación Discovery, otro caso judicial recientemente conocido, en el que una red de delincuentes estafaba a envejecientes a través de los llamados call center, y que caían en las garras de los estafadores, es otro caso judicial que se conoce en el país, y todo queda en mucha espuma, y poco chocolate.

El último tema que ha salido a relucir es el de la estafa a miles de beneficiarios de la tarjeta de ayuda social Supérate, por el que están siendo investigados cerca de media docena de propietarios de colmados y almacenes, específicamente en Santo Domingo Norte y Este.

Envejecientes, personas con limitaciones económicas increíbles, que reciben una escasa ayuda mensual de parte del Estado, fueron vencidas en un pulso con la delincuencia. Y nadie se sorprende, nadie se admira, como si esta fuera la tónica de vida cotidiana.

Pero de lo que nadie habla, dice o menciona es de las complicidades que existen con todas estas tramas criminales, apostando a que, con la simple investigación de algunos de los involucrados, todo saldrá bien. La pregunta obligatoria, ¿quién permite la comisión de todos estos delitos? Es que, definitivamente, complicidades las hay, de ayer y de ahora.

Entonces, ¿se atreverá el Ministerio Público a poner el cascabel al gato?o se quedará en el sometimiento de unos cuantos que, aunque son culpables, ¿también fueron involucrados? Para que haya un corrupto o corruptos, obligatoriamente, debe haber un corruptor o corruptores.

Y la pregunta obligada en este país de las maravillas es, ¿en manos de quién está el pandero?

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