¿Es Dios responsable de nuestras tragedias?
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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Es muy común que los niños y jóvenes se hagan innumerables preguntas acerca de Dios en la medida que van enfrentando las realidades de la vida, lo triste es que no tengan a su lado personas, educadores, formadores, con las respuestas acertadas para orientarlos.
De la misma manera me apena ver adultos que pierden la fe frente a las vicisitudes de la vida y viven culpando a Dios por todo.
¿Dónde está metido Dios cuando suceden estas cosas? Me preguntaba una persona turca cuyos familiares y amigos han sido afectados por estos fuertes terremotos. Le comprendo, no es fácil asimilar la situación deseando que todo hubiese sido distinto.
Pero, Dios no provoca los desastres naturales que ocurren hoy. Más bien, él se preocupa por las víctimas que estos producen. De hecho, los desastres naturales son parte de lo que hoy nos hace sufrir y que el Reino de Dios eliminará pronto. Mientras llega ese día, Dios consuela a quienes sufren por los desastres naturales (2 Corintios 1:3).
Los desastres naturales y personales no son un castigo de Dios, como piensan muchos creyentes, incluso en la Biblia leemos que Dios usó las fuerzas de la naturaleza, pero los desastres naturales son diferentes, pues los desastres naturales afectan a todo tipo de personas. Pero, como muestra la Biblia, Dios usó las fuerzas de la naturaleza para castigar a los malvados sin lastimar a personas inocentes.
Cuando Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra, por ejemplo, salvó a Lot, que era un buen hombre, y a sus dos hijas (Génesis 19:29, 30). Dios conocía el corazón de aquellas personas y por eso destruyó solo a las que él sabía que eran malvadas (Génesis 18:23-32; 1 Samuel 16:7).
Los desastres naturales normalmente llegan de repente o casi sin previo aviso. Por el contrario, Dios advirtió a los malvados antes de usar las fuerzas de la naturaleza para castigarlos. Y quienes hicieron caso de las advertencias se salvaron (Génesis 7:1-5; Mateo 24:38, 39).
Hasta cierto punto, los humanos hemos provocado los desastres naturales, por el daño que hemos causado al medioambiente y por levantar construcciones, de manera irresponsable, en zonas inundables, sísmicas o de clima extremo (Revelación [Apocalipsis] 11:18). Dios no es el culpable de las consecuencias de esas decisiones (Proverbios 19:3).
De lo que Víctor Martínez está convencido es de que los desastres naturales son una prueba de que vivimos en los últimos días. Las profecías bíblicas indican que en “la conclusión del sistema de cosas”, o “los últimos días”, habría desastres naturales (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1). Por ejemplo, al hablar de nuestro tiempo, Jesús dijo: “Habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro” (Mateo 24:7). Muy pronto, Dios eliminará todo lo que nos causa dolor y sufrimiento, incluidos los desastres naturales (Revelación 21:3, 4).
Pidamos a Dios consuelo para las víctimas, la Biblia nos asegura que Dios se preocupa por nosotros y sufre cuando sufrimos (Isaías 63:9; 1 Pedro 5:6, 7). También nos dice que Dios promete eliminar los desastres naturales para siempre.
Las profecías decían que Jesús consolaría a “los quebrantados de corazón” y “a todos los que están de duelo” (Isaías 61:1, 2). Hoy, los Servidores de Dios nos esforzamos por imitar a Jesús (Juan 13:15), sirviendo siempre a los demás y ayudando al prójimo, es esta la razón por la que Él nos usa para dar ayuda práctica a las víctimas de los desastres naturales, a través de su Palabra, de la oración, de la acción. (Hechos 11:28-30; Gálatas 6:10).
La Palabra de Dios nos invita a tener un plan para los desastres naturales. La Biblia dice que una persona prudente ve el peligro y se esconde (Proverbios 22:3). Conviene tener un plan por si ocurre algo. Ese plan puede incluir preparar con su familia un kit de emergencia y decidir dónde encontrarse si hubiera un desastre natural.
Recuerde que la vida es más importante que las pertenencias. La Biblia dice: “Nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna” (1 Timoteo 6:7, 8).
Debemos estar dispuestos a abandonar nuestra casa y nuestras pertenencias para salvarnos. Recordemos que la vida es más importante que cualquier cosa material (Mateo 6:25).
Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de la Fundación Vidas en Desarrollo.
Hasta la próxima.